En las páginas editoriales de El Siglo de Torreón de ayer domingo 02 de noviembre, los escritores Juan Villorio, Leticia Bonifaz, JesúsCantú, Luis Rubio y Jorge Zepeda Patterson, comparten con los lectores su común preocupación del estado que guarda nuestro país. Leticia Bonifaz pregunta: No ameritaba la gravedad de lo encontrado en Guerrero y reportado en el Informe de la Comisión de los Derechos Humanos en 2013, acciones más contundentes o la imposición inmediata de medidas cautelares?
Juan Villorio comenta que ''los mexicanos estamos unidos en la empatía y el sentimiento con la gente de Ayotzinapa: Queremos otro México, pero el problema es que para llegar ahí, debemos pasar por la política''. Jesús Cantú dice ''IPN y Ayotzinapa: Coctel explosivo''. Jorge Zepeda Patterson dice que ''la agenda del gobierno de Peña Nieto se ha hecho trizas''.
Lo que es definitivo es que ser el presidente de la Republica es una responsabilidad muy pesada. La cantidad de asuntos importantes que debe atender el presidente es muy grande. Por lo tanto, se debe ser muy eficiente en la administración del tiempo. El día sólo tiene un número limitado de horas, el presidente debe descansar y ejercitarse para mantenerse en forma y estar siempre en las mejores condiciones para analizar la información y tomar las mejores decisiones y mantener un promedio muy alto de decisiones acertadas, con la ayuda de sus secretarios de estado y de sus asesores personales.
Desde que Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia, los diarios y noticiarios dan cuenta con suma frecuencia de las obras que el presidente inaugura, los eventos públicos a los que asiste y las visitas a los estados, así como sus viajes al extranjero.
Cualquier ejecutivo de empresa, desde los supervisores hasta los directores generales, tienen su agenda de trabajo saturada de actividades y éstas se ordenan por prioridades, lo verdaderamente importante pesa más que lo urgente y el tiempo se administra de acuerdo con ello. No hacer lo anterior inevitablemente lleva al fracaso. En las empresas privadas, los ejecutivos no se pueden dar el lujo de perder el tiempo. Las actividades sociales o para la simple fotografía, se reducen al mínimo indispensable, hay que reconocer que también en este renglón hay prioridades, pero nunca se pierden los objetivos verdaderamente importantes. Los ejecutivos de las empresas se hacen cargo de problemas no sólo de corto plazo, sino también de los de mediano y largo plazos; el Gobierno federal ha actuado hasta ahora solamente en los asuntos de corto plazo a pesar de haber estado advertido de las consecuencias de no atender oportunamente asuntos como el de Guerrero.
La influencia social en la forma de hacer política, tarde o temprano deberá forzar al gobierno a cambiar sus paradigmas. Inaugurar obras, dar los banderazos de arranque, el primer zapapicazo, el corte del listón y la develación de placas en las inauguraciones, pasaran a la historia. Nunca han sido indispensables y menos ahora.
Los alcaldes, gobernadores y el presidente de la Republica tienen la obligación de administrar su tiempo en sus puestos de la manera más eficiente posible. Los verdaderos problemas deben ser atendidos con eficacia, con oportunidad y con inteligencia. Se tiene que estar al pendiente de todo, se tiene que contar con la mejor información posible y analizarla de la mejor manera. Se deben medir los riesgos de las decisiones y analizar la relación costo-beneficio de cada una de ellas.
Sería interesante que pudiéramos calcular el costo en dinero y en tiempo que representan las inauguraciones, las giras y los viajes, con los operativos extremos de seguridad que se aplican en cada uno de ellos desde días antes de su ejecución. Sería interesante analizar si la prioridad de estas actividades realmente debe estar por encima de la atención y análisis de los verdaderos problemas prioritarios que deben estar en las agendas de los tres niveles de gobierno.
El presidente de la Republica ha invertido mucho tiempo en inauguraciones, en cortes de listón, primeros zapapicazos y develaciones de placas. Yo siempre me pregunto: A qué hora le dedica tiempo a la agenda prioritaria? Cuántas horas del día le dedica a sus secretarios de estado, además de las que debe dedicar a actividades protocolarias inevitables? Supongo que él cuenta con información precisa y oportuna, no sólo para tomar las mejores decisiones para resolver problemas, sino -lo más importante- para evitar que se presenten o que estallen. Pero cuánto de su tiempo le dedica a lo verdaderamente prioritario?
Luis Rubio tiene mucha razón al afirmar que ''Este es el momento de plantear un nuevo paradigma distinto porque su verdadero problema -el del Gobierno federal-, yace en que ha perdido los dos activos más importantes con que contaba: La apariencia de eficacia y la iniciativa''. El mundo se le viene encima al gobierno, y se nos está viniendo encima a todos nosotros.
