Verónica reconoce que para prepararse para el Maratón debió realizar grandes sacrificios, debido a que la prueba atlética es muy exigente. (Fotos de Ramón Sotomayor)
Todo comenzó gracias al estrés. Aquella terapia que le permitiría a Verónica Ramírez relajarse y olvidarse por un momento de los problemas, se convirtió en una adicción: el correr. Tan es así que hoy domingo corre su tercer maratón.
A sus 33 años es madre y padre a la vez. Se dedica a la venta de materias primas para una empresa automotriz y en sus ratos libres se dedica a correr varios kilómetros.
Hoy gracias a su preparación, ha recorrido largas distancias para lograr la condición física y mental para resistir y disfrutar de los 42 kilómetros del Maratón Lala, "conozco calles que nunca había visto", dice en entrevista, justo en el punto de partida en el Bosque Venustiano Carranza de Torreón.
Su gusto por correr cuenta que nació como una terapia de relajación hace ya casi diez años. Primero fue caminar, luego trotar para después correr uno, cinco, diez, 15, 30 y más allá de los 40 kilómetros. "Mi cuerpo me pedía más y más", dice tranquilamente.
"Si no lo hacía me sentía mal, como si algo me faltara, era algo así como si no hubiera comido o si no me hubiera bañado; tu cuerpo se va acostumbrando a cierto ritmo y lo va exigiendo".
Un año después de tomar ese ritmo tuvo que parar durante varios meses: un bebé venía en camino. "Tengo una anécdota que marcó mi vida. Al día siguiente de correr una carrera de cinco kilómetros, me realicé una prueba de embarazo que resultó positiva, tenía exactamente cinco semanas y pues eso me encantó y tuve que suspender todo aquello que apenas iniciaba".
Las ganas de regresar a correr invadían cada vez más su cuerpo. Fue hasta que su pequeño estaba a punto de cumplir un año, cuando volvió a usar sus tenis para salir a correr.
En el 2010 corrió por primera vez el Maratón Lala, pese a los comentarios que intentaban desanimarla, como el de su padre, que decía que no podría, pero terminó.
Y tal fue su reto, que en ese mismo año corrió todas y cada una de las carreras que se organizaron en la región, lo cual está dispuesta hacerlo nuevamente. "Ahora puedo decir, esta o esta otra carrera, no son buenas, esta es la mejor, porque las he corrido todas", dice con orgullo, mientras se prepara para iniciar su entrenamiento.
Dos años después lo intentó nuevamente. Sin entrenador ni nada, sólo con pasión y disciplina, se preparó durante semanas, para correr una vez más esos 42 kilómetros que recorren Torreón, Gómez Palacio y Ciudad Lerdo. Nuevamente terminó con esos comentario desalentadores.
"No me he animado a correrlo consecutivamente, mentalmente como que tengo una barrera que no he podido superar todavía de correr el maratón año tras año. Es duro prepararse, por eso se requiere mucho esfuerzo y sacrificio en tu vida personal", reconoce la corredora.
Ahora en este 2014 va por un maratón más que espera hacerlo en un menor tiempo. "Los dos primeros los hice en el mismo tiempo, cinco horas". Pero ahora todo es diferente, cuenta con el apoyo de su hijo y su familia, pero además, con la asesoría de su hermano, quien se convirtió en su preparador físico.
Pero hacerlo solo no es tan fácil. Por eso junto a dos amigos y su hermano, conformaron un grupo llamado "Lala", de los cuales ahora sólo queda ella y su amigo Édgar, quien no ha logrado superar los 30 kilómetros.
"Mi amiga resultó embarazada y mi hermano no podrá estar en esta ocasión porque estará en un torneo en Monterrey", comenta Verónica quien está dispuesta a dejar muy en alto el nombre de su grupo.
SACRIFICIOS
Pero lograrlo requiere de una serie de sacrificios, que van desde sacrificar la cena de Año Nuevo, hasta las reuniones con los amigos y salir hasta altas horas de la noche. "Comienzo desde diciembre. Porque ya ves que es un mes muy duro, es una prueba dura".
Lograr los 42 kilómetros además requiere de una buena alimentación, es decir, abandonar los refrescos y comida chatarra para darle la bienvenida a las frutas, verduras y muchos carbohidratos. Además de por lo menos tres horas de correr para lograr la resistencia y la condición que se necesita para alcanzar ese sueño.
La frase "no podré" no está en su mente. Aunque esos 42 kilómetros traten de lograrlo.
"Es algo bien bonito, si te gusta lo disfrutas al máximo del kilómetro uno al 10, no los sientes, es como si estuvieras volando; del 10 al 20 es una fiesta; del 20 al 30, ya lo disfrutas pero tu cuerpo va resintiendo el esfuerzo, pero lo sigues disfrutando; del 30 al 40 tu cuerpo lucha con tu mente, tienes un choque de sentimientos, te preguntas qué es lo que estoy haciendo aquí, por qué lo hago, qué beneficio me deja; son muchas cosas pero vale la pena".
Invitación
Como requisito indispensable está la presencia de miles de laguneros que se dan cita a lo largo del recorrido para animar a los corredores. “Tiene mucho que ver, desde el apoyo de tus familiares, antes y durante el entrenamiento, ellos te alientan, además de toda esa gente que durante el trayecto con sus porras nos empujan bastante, y los aplausos; te inyecta mucha energía”, dice Verónica, quien invita a todos los laguneros a esta fiesta deportiva.