Hay estudios que afirman que entre los mexicanos la corrupción es vista como algo "normal", considerando que ésta se ha transformado en un sistema de comunicación, intercambio y hasta modo de convivencia económico social.
Según la Organización de Transparencia Internacional, México está entre los países considerados más corruptos y en 2013 nos ubicaron en la posición 106 de 177 naciones, descendiendo un lugar en relación a 2012.
Aunque duela reconocerlo somos un país con grave corrupción.
El problema es de muy difícil solución, considerando que hay factores que la propician y que no son fáciles de solucionar, caso de la pobreza y la ignorancia.
¿Dónde inicia la cadena de corrupción?, es una pregunta tan escabrosa como aquella del "huevo y la gallina" y sus efectos tienen consecuencias graves en la micro y macroeconomía y en nuestro empobrecido desempeño en política pública y calidad de vida social.
Definir la corrupción es sencillo: se refiere al abuso de poder para obtener un beneficio ilícito y se presenta en muy diferentes ambientes, aunque el político sea el más evidente. Es corrupto aquel que ofrece paga para no recibir una boleta de infracción de tránsito o el que entrega dinero para ser atendido rápidamente en alguna oficina de gobierno; también cabe en el término ese empresario que escatima pagos a sus empleados o que disminuye la calidad de sus productos para ganar más y, obviamente, sin darlo a conocer al comprador.
También es corrupto el profesor que acepta regalos a cambio de mejores calificaciones o el empleado que da "un pilón" al comprador que le ofrece gratificaciones.
Hay otros corruptos llamados "ladrones de cuello blanco", caso de los banqueros que agreden despiadadamente la economía de las personas o los empresarios que ofrecen ofertas ficticias o dan créditos con porcentajes de intereses abusivos.
Corrupto es aquel que basado en nepotismo ubica en puestos de trabajo a familiares; también el que se aprovecha de información privilegiada para hacer dinero ilícito, caso de políticos que saben de terrenos que tendrán mayor plusvalía con el desarrollo de zonas y regiones o el empresario que saca del país su dinero con ayuda de soplones que le dan información privilegiada a cambio de dinero.
Corrupto es el ministro religioso que hace diferencia en el trato entre ricos o conocidos ante pobres desconocidos. Usted puede agregar más ejemplos.
Las consecuencias de la corrupción se reflejan en pobreza, hambre, enfermedad e ignorancia; crea un círculo vicioso que hunde paulatinamente a las naciones.
En el medio social afecta enormemente la conciencia de los valores humanos, hasta transformar los antivalores como algo natural; un país corrupto tiene menos oportunidades de acceder a los programas de ayuda internacional y llega a distorsionar las políticas públicas.
La corrupción afecta a la economía de los pueblos al cambiar los fines de las leyes y dejar escapes útiles a los violadores de las mismas; son causa de costos extraordinarios en la obra pública y desvían los presupuestos para orientarlo al bien de unos pocos en perjuicio de las mayorías; afecta a la calidad de productos y servicios ya que alguien tiene que pagar esos costos extraordinarios que frecuentemente repercuten en impuestos a la ciudadanía.
En ocasiones se desvía el sentido de la ley como consecuencia de la corrupción; aleja la inversión interna y externa; otras veces se entorpece la instalación de industria y comercio que beneficiarían a la región con empleos y mayor circulación de dinero.
En el campo político la corrupción es daño mayor al generar falta de confianza y credibilidad de los ciudadanos en los administradores públicos; el caso ha llegado al extremo de considerar a todo servidor público como ser corrupto y deshonesto.
Es causa de entorpecimiento o franco detenimiento de obra pública y la reducción en la efectividad de las políticas provocando el incumplimiento de planes y programas de trabajo.
Finalmente, la corrupción genera una contracultura en la que los principios de comportamiento humano se trastocan y los valores sociales y personales se distorsionan. En ese medio no es malo robar, timar, mentir, escamotear, engañar, sorprender, incumplir o desconocer compromisos y promesas.
El fin último, que es ganar en medidas materiales, justifica las acciones de los corruptos quienes preguntan: ¿y tú... muy honrado?
Desgraciadamente a esa pregunta pocos tienen respuestas en positivo y ser corrupto representa un impuesto económico social poco medido, aunque en el medio productivo se habla hasta de un 35 por ciento de incremento en los costos.
Si Usted hace números, se dará cuenta que es muy caro vivir en un ambiente de corrupción y, para nuestra desgracia, estamos inmersos en él y no accionamos para cambiar porque ser honesto es dar ventaja a los competidores.
Esa es una de nuestras causas de ser pobres. ¿Usted está dispuesto a trabajar por el cambio?
ydarwich@ual.mx