Hasta al momento de escribir esta entrega los estudiantes normalistas secuestrados no aparecen y tal parece que luego de pasadas semanas la posibilidad de encontrarlos se tornará difícil.
El evento representa un duro golpe a la estrategia política de la Presidencia de la República, que de una y otra manera iba logrando reinstalar un estilo de mandato y liderazgo similar al de finales del siglo anterior, hasta antes de la llegada del hablantín Vicente Fox.
Al trágico suceso nacional se le ha unido otro más estridente, aunque menos trascendente por no involucrar vidas humanas. Se trata de la lucha de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, que han logrado poner en jaque a las autoridades de gobernación, educativas y hasta hacendarias.
Nunca en mi vida había conocido un caso parecido, donde los secretarios de estado "rinden las plazas" y con "bandera blanca" aceptan todas las peticiones de los muchachos y éstos se dan el lujo de estudiarlas, poner nuevas condiciones y someter a quienes son autoridad de estado.
Los hechos rebasaron al estado de Guerrero, aún cuando hayan entregado al ahora exgobernador Ángel Aguirre Guerrero, quien resultó una verdadera nulidad y amenaza para la paz social; tampoco sirvió de nada desaforar a un presidente municipal y descubrir los turbios manejos de su esposa, ambos hampones evasores de la justicia, quienes escaparon y finalmente fueron atraparlos.
La ONU, la Comunidad Europea, el Vaticano, EUA y otros tantos países del planeta, sumados a ellos grupos civiles de defensa de los derechos humanos, exigen, se quejan, declaran y recriminan a las autoridades mexicanas el salvajismo del trato dado a sus ciudadanos. Nuestras autoridades no encuentran nada de peso para contestarles y sólo repiten su discurso desgastado e ineficiente: "llegar hasta las últimas consecuencias", "no descansar hasta encontrar a los secuestrados" y reconocer que "las instituciones han sido rebasadas".
Recordemos que las instituciones son rebasadas cuando los humanos que las encabezan no son capaces de cumplir con las funciones encomendadas y pudiera considerarse una traición a los propósitos y esfuerzos presidenciales, que buscan un nuevo orden nacional.
Agregue la revuelta de los profesores disidentes que continúan en pie de lucha y fuera de la ley atacan comercios, vías de comunicación y se mantienen como verdadera amenaza a la paz civil en el sureste mexicano. ¿¡Educadores!?
También debemos deplorar la pérdida de trabajo y esfuerzo negociador del Presidente Peña Nieto, quien con alargados cabildeos logró la aceptación de sus reformas en temas de energía y educación.
Hoy, la Reforma Educativa nacional está propuesta para discusión en la mesa de negociación y amenazan con repetir nuestra realidad histórica: avanzamos un paso y retrocedemos dos.
Es claro que de fondo también existe la lucha por el poder, ahora entre las autoridades legítimas y los narcotraficantes que han infestado a la política de México y se resisten a dar un paso en retirada. Entiendo que debemos mantenernos en el cumplimiento estricto de nuestras leyes, pero es desesperante ver que algunos de los más publicitados criminales logran su libertad por "fallas en la integración de expedientes" o ser condenados por delitos menores cuyas sentencias pueden evadir o cumplir fuera de la cárcel.
Los ladrones de cuello blanco no son excepción y ahora, consumados delincuentes, también evaden la justicia o son sentenciados a cumplir procesos y penas en sus mansiones, caso de Amado Yáñez Osuna.
Felipe González, en su autobiografía "El liderazgo en tiempo de crisis" define muy bien nuestra situación; él, refiriéndose a los políticos dice que son "como jarrones chinos. Se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes".
Más adelante define a esos personajes escribiendo: "Algunos políticos tienen principios, pero no tienen ideas. Otros poseen ideas, pero carecen de principios. (...) y no escasean los que no tienen ni ideas ni principios (oportunistas de la política, suelen ser ambiciosos y no les preocupa tomar prestadas las ideas de los demás. Suelen imitar, sin pudor, a aquellos que les parecen exitosos). Finalmente deberíamos ocuparnos de aquellos que tienen ideas y principios. (Saben que hay que apoyar firmemente los pies en el mundo real y desplegar ideas que sean factibles de ser puestas en práctica) (...) Ser frío y sereno, dotes que diferencian al líder del simple político".
Urge la aparición de un líder con ideas y principios, que pueda deshacer la enredada madeja de la problemática nacional, empezando por hacer una limpia de tantos corruptos que nos han parasitado.
La situación es complicada y lo más preocupante es carecer de una posible solución viable, porque la oposición ha mostrado su estado de descomposición y el sistema está tan viciado y comprometido con intereses ajenos a los de los mexicanos que hacen pensar en acciones radicales. ¿Qué le parece?
ydarwich@ual.mx