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CRÓNICA GOMEZPALATINA

Gómez Palacio: Cuna de la Revolución Mexicana en Durango

Jabonera La Esperanza.

Jabonera La Esperanza.

MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ, CRONISTA OFICIAL DE GÓMEZ PALACIO

Los antecedentes de la Comarca Lagunera se remontan a los tiempos de la Nueva Vizcaya, en los cuales Francisco de Urdiñola y luego el Marqués de Aguayo eran dueños de esos vastos territorios, pasando posteriormente a ser propiedad de los hermanos Carlos y Jacobo Sánchez Navarro, quienes entregaron en venta en 1848, los predios conocidos como la hacienda de San Lorenzo de La Laguna a Leonardo Zuloaga Olivares y a Juan Ignacio Jiménez, de esa forma, los dos potentados de la época se reparten esas grandes extensiones de tierra pertenecientes a los actuales Estados de Coahuila y Durango.

Antes, don Leonardo Zuloaga Olivares, de origen español, casó con Luisa Ibarra Goribar en 1834, quien era hija de don Manuel Ibarra, dueño de la hacienda de San Lorenzo de Parras, acrecentando sus caudales con los de su esposa. En 1841 compró la hacienda de Santa Ana de Hornos a los herederos de don José María Herrera, extendiendo sus terrenos hasta el llamado "Rancho del Torreón". Zuloaga siempre se caracterizó por su carácter irascible, cruel y despótico, en contra de sus peones y de los pobladores de esa región, a los cuales presionaba en demasía con sus frecuentes abusos, provocando que con el tiempo se rebelaran en su contra, combatiéndolo con denuedo, derrumbándose más adelante el emporio que había construido, ya que al dar apoyo a los conservadores y a los invasores franceses, la mayoría de sus propiedades fueron confiscadas por el gobierno republicano de Benito Juárez, provocándole la molestia graves problemas de salud que le causaron la muerte.

Juan Ignacio Jiménez, nativo de Cuencamé, Dgo., se caracterizó por su gran iniciativa y valentía, defendiendo su hacienda de Santa Rosa de Lima (hoy Gómez Palacio) de los ataques de los indios barbaros ,y tomando provecho de los beneficios fiscales que daba el gobierno a los agricultores que cultivaban algodón e instalaban industrias, apoyados esos grandes propietarios por la dependencia y protección de las instancias oficiales, ya que casi aportaban ellos solos la totalidad de las recaudaciones de impuestos, lo que los convertía en gentes respetadas y temidas, dueños de vidas y bienes.

Juan Nepomuceno Flores Alcalde, el tercero de los afamados terratenientes, desde su haciendas de Avilés (hoy Ciudad Juárez, Dgo) y San Fernando (hoy Lerdo, Dgo) desplegaba su poder y audacia adquiriendo miles de hectáreas en terrenos durangueños, convirtiéndolos en un emporio de producción y riqueza. Al igual que Leonardo Zuloaga y como conservador de cepa, se alió con los conservadores y los franceses ocupando importantes puestos en el imperio de Maximiliano, lo que le valió que sus tierras también fueran confiscadas al triunfo de la República.

En 1852, Zuloaga y Jiménez, a consecuencia de dificultades surgidas en sus respectivos intereses, determinan separar sus predios, quedando la parte de Coahuila para el primero, y para el segundo, una parte en el estado de Durango, junto a las tierras de Flores Alcalde con línea divisoria natural del río Nazas, como hasta la fecha se encuentran determinados los correspondientes linderos.

Debidamente acreditada la propiedad de la hacienda de Santa Rosa de Lima, con don Juan Ignacio Jiménez, empieza la historia de la futura aparición de nuestro terruño, con la prosperidad de ese asentamiento en el cual se suceden diversos acontecimientos relevantes: desde la lucha permanente contra los indios barbaros, hasta la batalla de Santa Rosa de Lima, el 11 de abril de 1860, entre el aventurero español Domingo Cajén a las órdenes del presidente conservador Miguel Miramón, en contra del teniente coronel Máximo Campos Navarro de la Guardia Nacional de Parras. Cuatro años más tarde, Santa Rosa entró a la Historia Patria de México, al recibir en su seno el 4 de septiembre de 1864 al Patricio don Benito Pablo Juárez García, al frente de la República Itinerante, en su lucha contra la invasión francesa a nuestro país, durando su estancia hasta el día 7 de septiembre, tiempo en el que nuestro terruño fue Sede de los Supremos Poderes de la Nación, de los cuales venía investido el Benemérito de las Américas. En la propia hacienda de Santa Rosa de Lima se habría de crear el Primer Cuerpo del Ejército de Occidente, compuesto por la División de Nuevo León al mando del general Francisco Alcalde, la División de Zacatecas a cargo del general Jesús González Ortega y la de Durango que mandaba el general José María Patoni para abrir la campaña sobre Durango y Zacatecas, sin embargo más tarde sucedieron una serie de circunstancias desafortunadas que provocaron que la hacienda cambiara de dueños, para quedar finalmente en propiedad de don Santiago Lavín Cuadra.

Debido a las inundaciones provocadas por las avenidas del río Nazas, que dañaban seriamente las instalaciones de la hacienda y sus cultivos, la propiedad que antes se ubicaba a la falda y a lo largo del cerro de Santa Rosa, terrenos de la actual colonia El Campestre, fue trasladada a la hoy colonia de Santa Rosa de Lima, que todos conocemos, misma que en esos momentos era un pequeño asentamiento, rodeado de tierras áridas e improductivas, ya que únicamente cultivaban productos agrícolas en las labores cercanas a la ribera del Nazas.

Acontecimientos afortunados habrían de cambiar para siempre el futuro de este girón de tierras norteñas. El Ferrocarril Central Mexicano empezó su construcción el 3 de agosto de 1881 en la población de Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), en el extremo norte de Chihuahua, para llegar a Santa Rosa a fines de 1883, conectada la vía con la proveniente de la capital del país, en el poblado de Calera, Zacatecas. Desde ese momento, mediante dicho medio de transporte, se habría de modificar el sistema de vida existente, con la incorporación plena a la intercomunicación nacional y extranjera, mediante la instalación de una pequeña estación en terrenos de la hacienda de Santa Rosa, oficialmente conocida como el Cuartel V de Lerdo, y coloquialmente llamada por los habitantes de esa época Estación Santa Rosa. Ya nada sería igual.

En consecuencia, poco a poco fueron llegando otras formas de vida y ocupaciones. La Jabonera "La Esperanza" comandada por el ciudadano americano John Francis Brittingham, desplegó su gran talento y visión para los negocios, dedicándose a establecer fábricas que siempre fueron productivas; organizó sociedades bancarias y financieras con accionistas importantes para asegurar el éxito de las empresas; por primera vez en el país, instaló despepites para beneficiar la semilla de algodón, que antes solamente era utilizada como combustible en las calderas y para relleno de caminos, habilitando molinos para la extracción del aceite de la semilla; también fundó la fábrica de dinamita y explosivos, ubicada en los cañones de la sierra del Sarnoso, y en consecuencia, se crearon poblaciones cercanas a la factoría, como la llamada "Dinamita", "El Siete", y "Aedo", paralelas al ramal del Ferrocarril Central que daba servicio a la citada fábrica y que fuera llamado "Brittingham" en su honor, al igual que al poblado.

Don Juan, como coloquialmente se le llamaba, era una persona sumamente apreciada por todos los habitantes de la Región y fue factor decisivo para el crecimiento de la población, puesto que siempre estaba dispuesto a dar consejos a los nuevos inversionistas e inclusive a invitarlos a asociarse en algún proyecto positivo. Como gerente de la Jabonera apoyaba mejoras en la población, como la apertura de la acequia municipal, que permitía el riego de árboles en las calles y jardines públicos; participó en la formación del primer tranvía de mulitas que intercomunicaban a las ciudades de Lerdo, Gómez Palacio y Torreón, y también intervino en la construcción de una pequeña planta eléctrica para el alumbrado de las calles, cooperando generosamente para la construcción del Templo de Guadalupe y la adquisición del Club Lagunero, en 1908.

La colonia "La Esperanza", donde se ubicaba el complejo industrial jabonero, era de una belleza singular, al estilo de las antiguas colonias norteamericanas o inglesas, donde imperaba el orden y la limpieza; corría el agua proveniente de la acequia para regar los hermosos jardines, con instalaciones recreativas de primer nivel que daban un ambiente especial al lugar. Se contaba con un casino para fiestas, alberca, boliche, canchas de tenis y un parque de beisbol, en el que participaban democráticamente los altos jefes, alternando con los empleados y jornaleros que allí laboraban, al igual que las grandes figuras del beisbol profesional que integraban el equipo Unión Laguna de grata memoria. En el lugar, estaban las casas de los empleados de mayor categoría y también los trabajadores contaban con su espacio habitacional contiguo, al que se le denominaba "Las Cuadras de la Jabonera".

A 109 años de haberse creado el municipio y la ciudad de Gómez Palacio, tenemos pendiente un serio compromiso con los personajes que con sus acciones esforzadas y constantes, tuvieron la valentía y la determinación de dar lo mejor de sí mismos, para crear de un páramo un vergel.

Continuará…

ramlom28@hotmail.com

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