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Crónicas de viaje

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Lo clásico para el turista novel es visitar el Museo del Prado, tenga conocimiento de pintura o no. Ayer me acerqué por la tarde a comprar el boleto que pensaba utilizar hoy; cuál fue mi sorpresa que regalaban boletos. Además de comprar el que había pensado para hoy, utilicé el que me regalaron, o sea que, ese pendiente ya está satisfecho.

La pintura, además de ser un documento estético, lo es también histórico, ya que en aquellos tiempos no había otra manera de captar imágenes. La única forma de ver al pueblo en su tiempo es ésta, la pintura, sobre todo tratándose de los españoles, como Goya, que se encargaron de captar las diferentes manifestaciones, aunque sea desde un punto de vista muy bucólico. Se puede criticar que pintaban para la nobleza o para la clase pudiente; lo que es hoy, al pertenecer a los museos, el pueblo, con interés, y en busca de cultura, se ha apoderado de ellos.

Da gusto ver a muchísimos jóvenes con sus familias o con sus escuelas recorriendo los amplios pasillos del lugar; aunque también hay que estar al pendiente de las reacciones de los chicos que están en la cola. Me tocó ver a uno quien creyéndose ir hacia la salida, llevaba cara de contento, pero que al entrar a otra sala se llevó las manos a la cabeza como diciendo, al slang mexicano, no friegues. Después, se le vio refugiado en el twiter.

Los cuadros de los que siempre has oído y visto en el internet o en los libros, ahora los tienes enfrente de ti. Recomendable el alquiler de las explicaciones en audio que salen muy económicas y las puedes usar a tu gusto. Al fin pude conocer a Las Meninas en vivo y a la familia de Carlos IV, a la Maja desnuda y vestida y todos los demás personajes que eran alguien en el Siglo XVIII y XIX.

Toda una media tarde y una mañana fueron suficientes para recorrer el museo. Mi cansancio me aconsejó cambiar de actividad y fui en busca del turibus para recorrer el centro de la ciudad. A mitad del trayecto, me bajé para ir en busca de la librería que les conté ayer. No estaba tan surtida como lo pensé y el servicio fue deficiente. El dueño, o al menos eso parecía, estaba más interesado en atender a su perro que a mí. Pero en fin, me di una idea del acervo, abunda el surtido del tema que me interesó.

Volví al turibus para bajarme en la gran plaza. Fui a comer al Museo del Jamón. De nuevo, excelente comida, mal servicio. Este lugar es famoso por el producto que vende y posee innumerables sucursales, el jamón y las carnes frías que ofrece son ampliamente recomendables. Observación, en todas partes, si consumes en la barra te sale más barato que si lo haces sentado. Yo pago por estar sentado, de otra manera no puedo escribir este artículo. Salud.

Una vez cumplido el yantar (una comida corrida con paella, más que nada arroz con algunos mariscos, y trucha por 8.50 euros, y sentado, además), me fui a conocer la gran plaza. La mayoría de los comercios a su alrededor son restaurantes de buen nivel, cuya especialidad son las tapas y los montaditos, el buen vino y la cerveza. Este segundo producto parece ganarle la batalla al primero que ha dejado de ser el de la casa para convertirse en el recomendado, del rioja, o sea, tempranillo.

A la gran plaza, la estaban engalanando para un espectáculo nocturno. Como en todas las plazas, aquí también se utilizan para espectáculos populares; pregunté ¿cuál? Me respondieron, algo así como el ajusticiamiento del alcalde de la comunidad de Madrid. Expresión de los ánimos políticos.

Lo que se puede hacer con nuestra macro plaza es hacerla comercial a sus alrededores. No se trata de vender tapas, se podría ofrecer enchiladas o los platillos laguneros acompañado con una buena cerveza. ¿Quién no recuerda las botanas de nuestras cantinas? Eso es lo que precisamente funcionaría por allá. Muchos añoran las botanas de la Alameda. No prosperó por un presidente municipal, que si no ya estaría rodeada, La Alameda, de servicios similares. Cosas como ésa, hacen prosperar a la gran plaza. Algunos políticos no tienen visión comercial y turística.

Ya sé, los diputados de la Ciudad de México aprobaron su reelección. Pobre Madero. Hay algunos que no se pueden quedar sin trabajo. ¿Qué harían después? Decir discursos en la calle para recibir monedas.

No es momento de pensar en ello.

Nota curiosa: Al pasar por el palacio real en el turibús, me he dado cuenta de que es el único lugar que tiene una larga cola para entrar, como si se fueran a encontrar las sobras de la comida de ayer o los ecos de la ceremonia. Los invitados que llegaron tarde, me imaginé.

Seguirán estas crónicas.

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