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CRÓNICAS DE VIAJE

Sevilla 1

José Luis Herrera Arce

Los españoles, en general, se comen las "s", si son finales. Eso les da el cantadito peculiar que uno piensa está en la entonación. En cada país, habremos de encontrar sus peculiaridades como ellos la encuentran en nosotros.

Tomé el "cercanías" a Sevilla. Este sería el antiguo tren pollero de nuestro país, pero con un excelente servicio. Se va parando en todos los pueblos, pero no por más de un minuto. A diferencia de con el de lujo, sale 20 euros menos.

Este campo me tiene entusiasmado. El camino se llena de cultivos de naranjas; ahora son las naranjas las que sobresalen y girasoles, además de las viñas y de los cereales. Los pueblos se ven más prósperos y la pobreza donde se nota es en las ciudades.

El hotel al que llego es el mejor de los tres en la cuenta. Pero de todos modos no pienso estar mucho en el hotel. Nada más dejo las maletas, llamo a la lavandería para dar mi ropa a lavar y me voy de vago.

La catedral es la parte más importante. Alrededor de este edificio, está lo imprescindible para conocer de Sevilla: la Giralda, la catedral, el alcázar, la casa de contratación y el barrio judío. Esa fue mi tarea del día de hoy.

Contratado un guía, comenzamos por la catedral. Es impresionante el espacio; dicen que es la tercera catedral más grande en el mundo. Como todas las demás catedrales, frente al altar, se encuentra el coro y la distancia entre los dos es muy pequeña, de tal manera de que no cabía mucho pueblo. Alrededor, hay infinidad de capillas, y ya desde aquellos siglos, se acostumbraba a enterrar a los personajes importantes en ellas. Aquí encuentras muchos cuadros de Murillo. Para nosotros, lo que nos importa que aquí está enterrado Cristóbal y su hijo Hernando; además de Alfonso el sabio y otros personajes importantes. El sarcófago de Cristóbal Colón es muy peculiar: cuatro heraldos transporta la urna de sus huesos. Algunos piensan que su cuerpo o parte de él está en Santo Domingo. Como en todo, las reliquias siempre tienen la capacidad de multiplicarse.

Tengo que ser sincero, me impresionó más la Catedral de Toledo que la de Sevilla. Hay de gustos a gustos.

A un lado, la Giraldo, una torre musulmana. Son treinta y seis rampas a subir. Si mi madre se echaba Chichén en seis patadas, qué me iban a durar las rampas. Las subí. Lo único que puedo decir es que la bajada es más fácil. La vista desde arriba es impresionante, el río, la ciudad. A lo lejos, se descubre un puente atirantado y más torres de iglesias.

A continuación, el barrio judío y sus leyendas. Existe un recuerdo al Don Juan, la taberna del acto primero; aunque no es la original. Te enteras de la historia de cuando las religiones convivían pacíficamente y podríamos decir en forma fructífera y el momento en que comenzó a imponerse una sobre las otras. Lección no aprendida.

Time over para comer una tapa, que las tapas ya son un platillo. Probé el conejo. Con el tanque a medias, a continuar por el alcázar, que es otro lugar para ir descubriendo.

Mansión de reyes, tiene historia desde los visigodos. Arquitectura musulmana y gótica entremezclada. Aquí se casó el chocolatito, Carlos V, nació Felipe II y aún llegan los actuales reyes. Pasas por los salones y vas entretejiendo sus historias. De repente, sales a los jardines que no tienen fuentes tan impresionantes como las de Toledo, pero que también te anonadan.

Una de las tantas historias se refiere a los de la generación del 27. Fue aquí donde se organizaron para conmemorar los 400 años de Góngora. Los que están interesados en la poesía, ya conocen la historia de este grupo: García Lorca y Miguel Hernández, entre otros.

Mucha historia, mucha caminata. Ya me comienza a pesar la mochila. Mañana será otro día.

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