Peregrinos. Los creyentes oran en Santa María en la iglesia Montesanto, ubicada en Roma.
La Iglesia católica eleva santos a fin de darle a la grey un ejemplo a seguir. El proceso está sumido en el secreto y ha sido criticado, ya que depende de la verificación de milagros que la ciencia no explica, y de selecciones que podrían estar políticamente parcializadas.
El delicado proceso para declarar santo a alguien comienza generalmente en la diócesis donde el candidato vivió o murió. El postulador recaba testimonios y documentos y le presenta el informe a la Congregación para las Causas de los Santos. Si la Congregación aprueba la solicitud, el dossier es remitido al Papa, quien firma un decreto promulgando "las virtudes heroicas" del candidato.
Con el tiempo, es posible que el postulador encuentre evidencias de que alguien quedó curado milagrosamente por haberle rezado al candidato. Si se determina que no hay una explicación científica para la cura, el caso es presentado ante la Congregación como el posible milagro necesario para la beatificación. Comisiones de médicos, teólogos, obispos y cardenales deberán certificar que la cura fue instantánea, total y duradera, y que fue, gracias a la intercesión del candidato. Si la Congregación queda convencida remite el expediente al pontífice, quien firma un decreto afirmando que el candidato puede ser beatificado. Para la canonización, hace falta un segundo milagro.
La beatificación permite la veneración del candidato a nivel local, como, por ejemplo, en una diócesis o país particular. La canonización permite la veneración por toda la Iglesia.