Vocación. La distancia y las condiciones de pobreza que enfrentan las comunidades, no han impedido la labor de la maestra María Deli.
Recorren largas distancias a pie bajo las inclemencias del tiempo que imperen, se van de "aventón" y hasta han cruzado ríos para cumplir con la noble labor de enseñar.
Se trata de maestras con vocación que son ejemplo para muchos alumnos y muchos docentes por el esfuerzo que diariamente realizan solamente para llegar a la escuela.
UNA LABOR NADA FÁCIL
María Deli Salinas González, es originaria de San Pedro, Coahuila y tiene 27 años como maestra, pero en ninguno de ellos ha tenido una pizca de comodidad para trasladarse hasta las aulas.
"Empecé en el 87' en Villa Hermosa, Tabasco, por que no había plazas, teníamos que salir en busca de ellas. Mi primer interinato fue de un año en Acachapan y Colmena, tenía que cruzar ríos y lo hacía con miedo, me iba de rodillas en un cayuquito (balsa) en donde nada más cabíamos dos personas, yo y la que remaba, todavía de cruzar ríos caminaba tres kilómetros para llegar a la escuela", dice.
Para hacer esto la maestra se levantaba desde las cuatro de la mañana y regresaba ya entrada la tarde por la distancia y porque en aquel entonces las horas clases eran más.
Así estuvo 6 años, sin embargo, en Villa Hermosa se casó con Jesús Ortiz Cortinas, otro maestro lagunero que también tuvo que salir para obtener su plaza. La suerte no fue mejor para él, recuerda María Deli, pues "él caminaba más que yo: 18 kilómetros para llegar a la comunidad en donde le tocó dar clases. Me platicaba que a veces se topaban hasta cocodrilos en los lagos, pero tenían que ingeniárselas para llegar", dice.
El matrimonio de docentes tuvo un hijo y pidió su cambio a la región. A él le tocó suerte, pues regresó a su tierra, pero a la maestra la mandaron a una comunidad de Fresnillo, Zacatecas.
"Acarreábamos agua de un 'ojo de agua' que estaba a dos kilómetros, no había luz, ni agua, ni tiendas, casi nada y no pude llevarme a mi hijo, para mi era estar llore y llore por eso y lo que hacía era dar clases en las tardes para matar el tiempo".
Su primogénito, de nombre Jesús, tuvo que ser trasladado a Nuevo Laredo, Tamaulipas, para ser cuidado por sus abuelos maternos.
"El niño se me atirisió, no comía, llegaba yo en las madrugadas a verlo y lo hacía comer, cuando coincidíamos mi esposo y yo el niño nos miraba, lloraba, se reía, no hallaba ni qué hacer, le daba mucho gusto..." se le quiebra la voz y hace una pausa para luego continuar, "nada más de acordarme se me hace un nudo en la garganta, sufre uno mucho", dice.
Así estuvo un año, pues le dieron su último cambio, esta vez en su municipio de origen, en donde las condiciones continuaron difíciles.
Llegó a una comunidad sin transporte, con problemas de agua y pobreza: El ejido San Francisco de Gurza, ubicado a 4 kilómetros de la autopista Torreón-San Pedro.
La distancia y no aprender a manejar por un trauma, le cobró algunas facturas. La maestra se embarazó en tres ocasiones y ninguno de sus hijos nació a los 9 meses, todos fueron a los 8 meses, además de presentar constantes amenazas de aborto.
"Era mucho: Cuatro kilómetros de ida y cuatro de regreso, no es fácil y menos en estado de gestación, pero no tuve más que seguir", dice.
Con lluvia, frío o extremo calor, la maestra llegaba todos los días a la escuela a enseñar a los alumnos que cursaban desde primero hasta sexto, pues es una escuela multigrado.
A pesar de todas las carencias, dice que la principal dificultad que enfrenta y la que más ha sentido es el estado en el que encontró y encuentra a muchos niños.
"Los niños no están al 100 por ciento, hay niños que tengo que seguido les sale sangre de la nariz, están amarillos o pálidos, son síntomas de desnutrición, a veces los papás me dicen que no los van a mandar a la escuela porque no tienen para darles de comer, eso me duele más que lo que tenga que recorrer para venir aquí", dice.
Aunque ha tratado de apoyar con programas como desayunos escolares, los padres no siempre responden por lo que tienden a desaparecer.
Pese a las limitaciones que enfrentan en la comunidad rural, dice que ha tenido alumnos que han logrado terminar sus carreras, gracias al apoyo que han recibido de sus padres, lo que es uno de sus grandes orgullos.
"Los que quieren salen adelante, los maestros apoyamos, pero el otro empuje lo dan los padres y los mismos alumnos que quieren mejorar su calidad de vida, para nosotros es sumamente orgulloso verlos con sus títulos, nos sentimos parte de sus logros".
La maestra Deli, como le dicen de cariño, está por jubilarse. Comenta que por una parte siente una gran satisfacción por culminar su trayectoria, pero a la vez se va con tristeza por dejar a la comunidad en la que trabajó 20 años.
"La mayor parte de mis años de servicio están aquí, aquí dejé parte de mi vida, aquí hay gente que aprecio y que me aprecia, a mis exalumnos, alumnos y sus mamás, pero me voy contenta por haber hecho mi mejor esfuerzo".
GANAS DE ESTUDIAR
Dulce María de León Rodríguez es instructora de educación preescolar de la Comisión Nacional para el Fomento Educativo (Conafe) a donde decidió entrar para continuar con sus estudios.
El Conafe les da la oportunidad de obtener una beca dando clases en preescolar por un año y en este caso la maestra recibió esta oportunidad en el ejido Santa Rosa.
Ella es originaria del ejido San Luis de Gurza, municipio de San Pedro y para ella fue una suerte que Santa Rosa fuera su destino, así no tendría que recorrer más distancia que los tres kilómetros que los separan.
"Todos los días voy y vengo caminando, esté como esté, porque me interesa sacar mi trabajo bien, tengo siete niños a mi cargo y ellos tienen que ir con aprendizaje a la primaria", dice.
La maestra considera que la docencia es un gran reto para quienes trabajan bajo condiciones precarias y que esto es común en comunidades rurales, en donde las carencias son, tanto en la escuela como en toda la comunidad.
"Ahorita que vivo el trabajo que hace un maestro, sé que no siempre es fácil y se requiere de mucho esfuerzo para hacerlo en condiciones precarias como en las que estamos", dice.
Comenta que, incluso hay quienes desertan de la Conafe por las condiciones en las que se encuentran los sitios en donde les corresponde realizar su trabajo.
Sin embargo, en lo que a ella respecta las metas están bien definidas, que los niños aprendan y obtener la beca para estudiar la Universidad.
"Tengo que hacer un trabajo digno para continuar con mis estudios, pienso terminar porque es el compromiso que adquirí con esta comunidad y con mi familia", dice.
UN RETO
Las instituciones educativas del área urbana no están exentas a presentar carencias que dificultan la labor del docente.
Son las llamadas escuelas de nueva creación en donde decenas de niños estudian bajo condiciones precarias. La maestra Nayeli Rubio Barajas lo sabe. Ella imparte clases al primer grado de la escuela de Nueva Creación ubicada en Villas Zaragoza.
"Las carencias son muchas, desde libros, sanitarios, mobiliario y hasta los mismos espacios", dice.
Rubio Barajas imparte clases en un aula móvil que alberga a 32 alumnos y que fue equipada con bancas y material donado por otras escuelas.
Esto dice, hace más difícil su labor. "Algunos mesabancos los donaron, otros niños tuvieron que traer sus bancas, hay quienes están en una silla y se apoyan en otra, esto lo único que hace es atrasarte porque no todos avanzan al mismo ritmo", explica.
El clima también juega su papel, pues durante los días más fríos los alumnos no van y en el calor es difícil mantener su atención.
Anímicamente dice que la desanima cuando se desacredita a los docentes a quienes siempre se les generaliza y se destaca el lado negativo, pero nunca ven el esfuerzo que hacen muchos para sacar su trabajo adelante.
"Es bien difícil la situación en la que estás, más la agresión que se tiene por los medios y la sociedad, sí nos desanima, pero un rato, finalmente sabemos que tenemos que sacar adelante a los niños". Este es su segundo año trabajando, el primero en aula móvil.
"El primer día que llegué que me encerré con los niños, un mar de niños, un miniespacio, dije cómo le voy a hacer, luego, pues a arreglármelas".
Al igual que la maestra María Deli, la situación que atraviesan los alumnos es otro aspecto con el que tienen que lidiar para sacar el trabajo adelante.
"Tenemos niños que no comen en días, que van rodando de un lado a otro, que no son bien cuidados y que te parte el corazón de verlos que quieren salir adelante, pero no tienen el apoyo de sus padres y es algo que pesa más para mi, que las condiciones en las que estamos".
Dice que ha tratado de conocer la problemática de cada uno para ayudarlos y motivarlos a no rendirse, a continuar con sus estudios para salir de las condiciones en las que se encuentran.
"Lo más fácil sería cambiarme y ya no pasa nada, pero es un reto personal y profesional sacarlos adelante a ellos, y animarlos para que sigan estudiando, e insistirles a los padres que los apoyen para que puedan lograrlo y no se queden siempre donde están".
Carencias
Algunos datos del Censo de SEP-INEGI.
⇒ En Coahuila hay 220 planteles sin pizarrón en todas sus aulas.
⇒ También 451 escuelas que no disponen de escritorio para el maestro.
⇒ Sin silla para el docente en todas las aulas hay 449 escuelas.
⇒ Hay 129 que no disponen de ninguna fuente de energía, 48 no cuentan con agua.