Las cosas en 2013 no fueron fáciles para nadie. En 2013 el escenario mundial estuvo sembrado de violencias locales y frustraciones económicas.
Algunos países apenas crecieron más que su propia población. En México el PIB con dificultades aumentó en un 1.3%, tres décimas por encima del demográfico. Para 2013 los optimistas pronostican un 3 o 4% de incremento del PIB, si lo permiten las condiciones internacionales, especialmente las de EUA.
Lo más importante para sostener y cultivar nuestra población de 118 millones es impulsar el desarrollo interno que, complementado por la exportación, dará los empleos cuya falta se acentuó por el cierre de empresas que la exagerada apertura comercial que nos recetaron varios gobiernos pasados. Este hecho contribuyó al drama de violencias que ahora asuelan al país abriendo la brecha económica que nos divide cada vez. Pero el tema no es sólo mexicano.
Para el 44 Foro Económico de Davos, a punto de reunirse la semana entrante, la disparidad de ingresos entre ricos y pobres es una de las diez mayores preocupaciones mundiales del momento.
No hay sino hojear las páginas de las numerosas lujosas revistas diseñadas para dar publicidad a fabulosas joyas, relojes barrocos, autos finísimos, yates impresionantes y, desde luego, ropa exageradamente cara para apreciar que, como siempre ha sucedido, los muy adinerados viven despreocupados y satisfechos, aunque no necesariamente tranquilos. A veces al asomarse a la realidad advierten la violencia callejera que brota y cunde por todo el mundo. En muchos países la ciudadanía se fue a las calles y plazas protestando contra las severas medidas de austeridad vueltas más amargas por la impudicia e insensibilidad de los políticos enriquecidos que había que derrocar.
Esta clase de tensiones, dejadas a su suerte, pueden combinarse con grupos, primero de revancha social, para luego extenderse a operaciones, ya no guerrilleras, sino decididamente criminales como las que ya conocemos.
La amenaza, por ahora, de una gran guerra entre países no nos obsesiona. El diabólico fantasma que recorre el mundo es en su lugar la guerra intestina que como en Medio Oriente o África, aparece azuzada con el catalizador de la pobreza extrema. Se podrá discutir sobre si el desarrollo económico asegura la paz. Lo que no dudamos es que sin educación y ocupación productiva la sociedad estará siempre intranquila y en peligro de disolución.
El tema traspasa lo local para infectar lo regional. La cooperación internacional se hace indispensable no sólo entre autoridades sino, ahora por virtud de la omnipresente globalización, entre círculos empresariales de influencia. Aquí está el fondo de la racha de reuniones de toda índole que se convocan en el mundo.
En el 44 Foro de Davos, el más grande de su género, por celebrarse esta próxima semana estarán 40 jefes de Estado, incluyendo una vez más el Presidente de México. 2,500 participantes de 100 países pagarán su exorbitante cuota de entrada, más alta aún si quieren tomar la palabra, mayor todavía para cenar con alguna personalidad internacional.
El tema de la reunión es "La Remodelación del Mundo; Consecuencias para la Sociedad, la Política y los Negocios". Se abarcarán cuestiones como crisis financieras en grandes países, problemas del agua, las disparidades de ingresos, los retos a la gobernanza, el subempleo, cambio y desastres climáticos, la crisis alimentaria. También se hablará de la profunda inestabilidad que aqueja la relación ciudadanos-gobiernos.
Esta y otras grandes reuniones internacionales que cada vez se multiplican sirven para establecer la comunicación entre los poderes políticos y "facticos" que, de haber existido en tiempos pasados habrían conjurado muchos conflictos bélicos y las innumerables muertes que costaron. Lo que está por verse es si las grandes reuniones modernas pueden calmar las tremendas tensiones intestinas de países que, como México, no hemos avanzado mayormente en nuestros programas de progreso incluyente.
Davos y los inauditos dramas que vivimos en Michoacán y otros estados están ligados. El gobierno de México no es, sin embargo, el único factor que hay de solución. El alto empresariado que en muchos casos ha participado más veces que los funcionarios en los Foros Económicos tienen, por eso mismo, una responsabilidad mayor en el proceso para distensionar nuestro problema socioeconómico.
Casi todos los partidos políticos en México crecieron diciendo que promovían soluciones para el pueblo. En realidad sólo lo hacían cuando había votos que ganar. Como aquellos empresarios que son muy socialmente responsables en cuanto este membrete les genera ventas. Votos y ventas… Así no avanzaremos nunca.
juliofelipefaesler@yahoo.com