Simpliciano, joven sin ciencia de la vida, iba una noche por el parque y vio a una pareja ocupada en eróticos sobos, libidinosos pichoneos, lascivos toques y lúbricos guacamoleos. Él le agarraba todo a ella, igual que si fueran en el Metro. Y la dama no se quedaba atrás. (Más bien se quedaba delante). La mujer le pareció conocida a Simpliciano, de modo que se acercó a los lascivos amadores. ¡Oh, desdicha! La concupiscente fémina era su novia. "¡Pero, Pirulina! -le reclamó en tono quejumbroso-. ¡Me juraste que tu corazón me pertenecía sólo a mí!". Respondió ella: "El corazón no me lo ha agarrado"... Babalucas le dijo a un amigo: "Ese hombre que va ahí es muégano". Preguntó el otro, sin entender: "¿Cómo que muégano?". "Sí -confirmó Babalucas-. Tiene dos esposas". (Nota: Quería decir "bígamo")... Don Poseidón era padre de una muchacha en edad de merecer. Cierto día el pretendiente de la chica se presentó ante el vejancón y le pidió su mano. (La de la muchacha, no la del vejancón). Preguntó don Poseidón: "¿Está usted seguro, joven, de que puede hacer feliz a mi hija?". "¡Uh, señor! -respondió con orgullo el galancete-. ¡Nomás la viera en esos momentos! ¡Hasta grita!"... Un tipo llamó por teléfono al doctor Ken Hosanna. Le dijo: "Doctor, tengo una enfermedad venérea. Quiero que usted me trate". El facultativo le indicó: "Haga una cita con mi secretaria". Replicó el otro: "Ya la hice. ¿Dónde cree que pesqué la enfermedad venérea?"... Un empleado de don Algón se reportó enfermo, y no fue a trabajar. Al día siguiente el ejecutivo vio en el periódico a su empleado recogiendo feliz la copa que había ganado en el torneo de golf que se celebró el día que no fue a trabajar. Lo llamó y le dijo: "Ayer se reportó usted enfermo, y hoy estoy leyendo que ganó el torneo de golf con score de 4 bajo par". Contestó el empleado: "¿Y se imagina, jefe, cuál habría sido mi score si no hubiera estado enfermo?"... Suspiraba un maduro caballero: "Me estoy haciendo viejo. El trabajo me da cada día menos placer, y el placer me da cada día más trabajo"... Un individuo acudió a la consulta del doctor Duerf, siquiatra de gran fama, y le dijo con angustiado tono: "Doctor: cada vez que una mujer se me acerca con intención de hacer el amor se me pone la carne de gallina, me acomete un temblor en todo el cuerpo, la frente se me perla de sudor frío y se me erizan los pelos de la nuca". El doctor Duerf apoyó el mentón en la mano; adoptó una actitud de profunda concentración e hizo: "Mpf". Todo eso le permitía cobrar los altos honorarios que su clientela le pagaba. Luego dijo con voz grave: "Interesante sintomatología. ¿A qué atribuye usted eso, señor?". Respondió el individuo: "Posiblemente se deba a que la mujer que le digo es mi esposa"... Una señora le comentó a su vecina: "Mi marido tiene la mala costumbre de morderse las uñas". Dijo la otra: "El mío también tenía ese hábito, pero se lo quité". Preguntó la otra, con interés: "¿Cómo le hiciste?". Responde la vecina: "Le escondo la dentadura"... Lord Highrump, perteneciente a la más rancia aristocracia londinense, hizo el viaje que todos los ingleses victorianos hacían a París, y ahí fue invitado por un amigo suyo, diestro en toda suerte de impudicias, a asistir a una orgía. Ya en el sitio donde la bacanal se estaba celebrando lord Highrump decidió no participar en ella, pues ninguna de las personas asistentes le había sido presentada. Con británica flema contempló lo que ahí se estaba haciendo. (Nota de la redacción. Nuestro amable colaborador se extiende durante 24 fojas útiles y vuelta en la detallada descripción de lo que ahí se estaba haciendo, descripción que, aunque muy interesante desde el punto de vista erótico y gimnástico, nos vemos en la necesidad de suprimir por falta de espacio). Sonaron las 5 de la tarde en el reloj de la sala, y luego las 5 y media. Inquieto y desasosegado lord Highrump le preguntó a uno de los participantes en la orgía: "¿A qué horas van a servir el té, old chap?". Contestó el otro sin suspender el lujurioso match que sostenía con una dama de la concurrencia: "Aquí no se sirve té". Enarcó las cejas milord y preguntó: "¿Entonces cuál es el propósito de la reunión?"... FIN.