Uno de mis deportes favoritos es navegar contra la corriente. No soy contreras por sistema, a la manera de aquella mujer a quien un día su esposo le gritó hecho una furia: "¡Ya estoy harto de que me contradigas siempre! ¡Voy a matarte como a un perro!". Así diciendo le disparó los seis tiros de su mitihueso. Cayó la mujer, y con el último aliento de la vida le dijo desde el suelo a su marido: "¡Miau!". (Nota: "mitihueso" es la palabra que usan los rancheros de la frontera norte para designar a la pistola Smith y Wesson). Me gusta, sin embargo, disonar del concierto general. Mis amigos liberales y conservadores han criticado a Peña Nieto por haberse entrevistado con Fidel Castro. Los liberales dicen: "Castro es un dictador, y el presidente hizo muy mal en acudir a saludarlo". Dicen los conservadores. "Castro es un dictador, y el presidente hizo muy mal en acudir a saludarlo". Quizá sólo los izquierdistas, que en forma automática saludan todo lo que huela a izquierda, alabaron el gesto del mandatario mexicano. Yo también, sin ser de izquierda -tampoco de derecha soy, y menos aún de centro-, elogio a Peña Nieto por la visita que hizo al comandante. Castro es un dictador, es cierto, un déspota. Ha sumido a su pueblo en la pobreza, y lo habría sumido también en la desesperación si los cubanos no tuvieran el espíritu que tienen, capaz de sobreponerse a todas las adversidades. Yo detesto al tirano, pero amo con entrañable amor a Cuba, y pienso que México debe estar siempre en buenos términos con ese pueblo, tan unido a nosotros por la historia, la tradición, el arte y mil vínculos más que ninguna politiquería puede romper o quebrantar. A restaurar ese afecto, creo, tendió la visita de Peña Nieto a Castro, lo cual en modo alguno significa que el presidente mexicano cohoneste las acciones del castrismo o dé su visto bueno a la dictadura del opresor de la Isla. Un buen diplomático es aquel que sabe callar en varios idiomas. Con buena diplomacia actuó Peña Nieto en su visita a Cuba. Si para hacer que México conserve su buen trato con ese pueblo hermano es necesario visitar a Castro, entonces, así como alguna vez se dijo que París bien vale una misa, nuestra amistad con Cuba y con su gente bien vale una visita. Con lo anteriormente dicho está cumplida por hoy la modesta misión que me he fijado, de orientar a la República. Puedo entonces, sin cargo de conciencia, dar paso a algunos chascarrillos. Dijo doña Crasa: "Miren el cuerpo que tengo, porno". Y completó: "Por no hacer dieta, por no hacer ejercicio.". En la fila para subir al trampolín de la alberca un hombre empezó de pronto a frotar la espalda del que iba delante de él. Se volvió el nadador, furioso, y le reclamó su conducta al individuo. "¿Por qué me frota así?" -le preguntó hecho un obelisco. (Nota de la redacción: Seguramente nuestro amable colaborador quiso decir "hecho un basilisco"). "Perdone usted, caballero -respondió lleno de confusión el otro-. Es que soy masajista, y al ver su espalda, quizá por impulso reflejo, empecé a darle masaje. Ojalá mi explicación lo satisfaga". "No me satisface -replicó, atufado, el otro-. Yo soy político, y ¿a poco me voy follando al que va delante de mí? Todo a su tiempo". Le preguntó Simpliciano a Pirulina: "¿Me amarás cuando sea viejo, gordo y calvo?". "La verdad, no sé -respondió ella con franqueza-. Bastante trabajo me está costando amarte ahora que eres joven, delgado y greñudo". Llegó Capronio a la casa de su suegra y la encontró con una escoba en la mano. "¿Qué tal, suegrita? -la saludó con untuosidad más falsa que busto de vedette-. ¿Está usted barriendo o va a salir de viaje?". Babalucas le preguntó a un amigo: "¿Cómo se dice 'frío' en inglés?". Responde el otro: "Se dice 'cool'". "Entonces -inquirió preocupado el badulaque- ¿cómo haces para decir 'friíto'?". Un señor compró una pastilla de Viagra, y le pidió al farmacéutico que le diera instrucciones para su uso. Le indicó el de la farmacia: "Si tiene 50 años tómese toda la pastilla. Si tiene 30 tómese media pastilla. Si tiene 20 tómese un cuarto de pastilla". "Tengo 65 años" -se atufó el cliente. "No me entendió, señor -le dijo el farmacéutico-. Si la mujer con quien va a estar usted tiene 50 años, tómese toda la pastilla, etcétera". FIN.