Cardenales de todo el mundo ahondaron ayer en uno de los asuntos más espinosos que enfrenta la Iglesia: ¿cómo encontrar caminos para proporcionar mejor atención pastoral a católicos divorciados y en segundas nupcias a quienes se les ha prohibido recibir la comunión y otros sacramentos?
El cardenal alemán Walter Kasper, un preeminente teólogo que ha solicitado "aperturas y cambios" en referencia al trato que se les da a estos católicos, pronunció un discurso inaugural de dos horas en el marco de la reunión de dos días, la cual está sirviendo de preparación para otra de obispos en octubre sobre asuntos familiares.
Las enseñanzas de la Iglesia sostienen que a menos que el primer matrimonio sea anulado, o declarado nulo e inválido por un tribunal eclesiástico, los católicos que vuelven a casarse no pueden recibir la comunión ni otros sacramentos debido a que en esencia viven en pecado y cometen adulterio. Con frecuencia tales anulaciones son imposibles de obtener o el proceso puede demorar años, un problema que ha dejado a generaciones de católicos sintiéndose rechazados por su Iglesia.
El papa Francisco ha pedido un enfoque más misericordioso hacia el problema, pero sin apartarse de la doctrina de la Iglesia. Hizo un llamado ayer jueves a tener una atención pastoral a las familias que sea "inteligente, valerosa y llena de amor", pero que tampoco profundice en opciones caso por caso para eludir la doctrina.