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Déficit en cuenta corriente

ROGELIO RAMÍREZ DE LA O

En 2013 la cuenta corriente externa tuvo un déficit de 22 mil millones de dólares o el 1.8% del PIB. Esta suma no es de preocupar, pero su perspectiva puede ser problemática si en los próximos años hay gran crecimiento del mercado interno sin igual crecimiento de exportaciones. Lo problemático es porque aumentó de 1.2% del PIB en 2012, pero con la economía creciendo muy poco.

Si en 2014 se inicia un periodo de crecimiento sostenido de la demanda interna, lo más probable es que éste déficit crezca. La mayor demanda interna se aceleraría con mucha inversión extranjera directa. Si además el gasto público aumenta mucho, será un desafío sostener el mayor crecimiento con un déficit corriente que no cause preocupación.

La combinación de mucho capital externo con mayor gasto público siempre ha sido mala para el equilibrio de cuentas externas. Es así porque el gasto público estimula muy poco a la exportación y, en cambio, estimula mucho la importación.

Si, además, mucho capital del exterior fluye a México, causaría el problema adicional de la apreciación del peso, lo que haría aún más difícil el aumento de la exportación no petrolera.

El déficit de 2013 aumentó significativamente sobre el de 2012 sin mayor crecimiento de la demanda interna. Esto ilustra que con cambios muy pequeños el saldo final puede deteriorarse rápidamente. Su aumento en 2013 obedeció a una reducción del ingreso de remesas y un aumento significativo de los pagos a la inversión extranjera, consistentes en regalías, dividendos y, sobre todo, intereses.

Estos pagos ya representaron 42 mil millones de dólares cuando en 2000 eran apenas 20 mil millones, sólo un recordatorio de que la inversión extranjera también cuesta. El tamaño de estos pagos de servicios indica una nueva etapa en las cuentas externas, en la cual su nivel aumentará.

Repetir el débil "equilibrio" que tuvo México en los dos sexenios del PAN, con muy bajo crecimiento del mercado interno y por lo tanto de importaciones, poco crecimiento de inversión y un bajo déficit en la cuenta corriente, parece hoy imposible si es que, en efecto, habrá mayor crecimiento.

Para que el impulso a la demanda interna, incluyendo de inversión fija, sea sostenible es con un rápido crecimiento de exportaciones. Para ello se requerirá un tipo de cambio más competitivo o una significativa reducción de costos de producción en la industria.

No se puede estar seguro de que el peso se deprecie cuando hay muchas entradas de inversión extranjera. Por el contrario, si esto sucede, y si la política de la Reserva Federal estadounidense no desanima esta llegada de capitales, lo probable sería que el peso se apreciara.

La medida lógica sería entonces buscar reducir los precios de insumos esenciales para la industria, permitiéndole mayor competitividad afuera de México y adentro, compitiendo con importaciones.

Los principales candidatos a reducir precios son la energía, las tarifas de transporte, las comisiones bancarias y en general los precios de los oligopolios. Esta reducción de precios debería ser el fin último de reformas estructurales exitosas, pues de ello dependerá que el crecimiento sea mayor que lo fue en los dos últimos sexenios, sin que aumente en exceso el déficit corriente.

El bajo déficit de la pasada década, relacionado con muy bajo crecimiento, es improbable que se repita ahora. Con políticas públicas más ambiciosas hacia la mejora del mercado interno, mantener el déficit bajo requiere que se tomen medidas mucho más avanzadas que las tomadas hasta 2012.

Comentarios: rograro@gmail.com

(Analista económico)

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