Vida nueva. Dentro de sus actividades, enseña a cantar y a tocar el teclado a los jóvenes que acuden a la Comunidad Cristiana.
Después de vivir "preso" de las drogas y el alcohol por casi ocho años, Jorge Atilano ahora está limpio y dedica su vida a la música y a promover la palabra de Dios entre otros jóvenes en la Comunidad Cristiana de México en Torreón.
Recuerda que desde niño fue rebelde y conflictivo, y a los 15 años cayó en el vicio del alcohol. Dos años más tarde, inició su consumo de drogas, problema del que no fue fácil escapar.
Poco a poco fue dedicando más tiempo a su vicio y alejándose más de su familia. A los 20 años dice, se dio cuenta que su vida estaba destruida, al salir de la escuela, perder su trabajo y al alejar a la gente que lo quería. "Aun drogado decía que quería cambiar, que dónde estaba Dios", cuenta, pero cuando el efecto pasaba sus ganas de cambiar se esfumaban.
Cambiar era difícil, tanto, pues de nada le sirvió haber estado internado en una ocasión en una clínica de rehabilitación, pues de inmediato recaía.
Pero tras decidirse a no luchar más, "llegué a pensar que me iba a morir", se internó nuevamente. Bastaron 120 días para cambiar, tras reconocer que ya no era un buen hijo, ni un buen hermano o buen amigo y ni siquiera un buen trabajador.
Tras su recuperación, un amigo lo invitó a una fiesta, en donde sin alcohol, sin groserías, pero con mucho diálogo sobre Jesús, fue como su vida comenzó a cambiar.
Después de escapar de sus vicios, durante cuatro años sirvió en una clínica de rehabilitación, orientando a jóvenes.
Ahora a sus 30 años, continúa con esa ayuda, pero ahora desde varias encomiendas en la Comunidad Cristiana de México, desde donde invita a los jóvenes a no caer en esas tentaciones, hace que pierdan su vida y a sus seres queridos.