Chernóbil se encuentra actualmente despoblado, debido a la imposible habitación de seres humanos en la zona. (ARCHIVO)
El 26 de octubre de 1986 un terrible accidente nuclear sacudió a la ciudad de Chernóbil, Ucrania, dejando un daño irreparable en el medio ambiente, que aún después de casi 30 años continúa y continuará afectando al planeta.
Los región afectada sigue despertando interés en los científicos, quienes buscan medir con exactitud los efectos que dejó el desastre de Chernóbil.
El profesor Tim Mousseau de la Universidad de Carolina del Sur, junto a Anders Moller de la Universidad de París-Sud han llevado a cabo una serie de trabajos interesantes que podían revelar los indicios de un importante hallazgo.
Al visitar los bosques de Chernóbil, los estudiosos se percataron que los troncos de árboles muertos presentaban un particular estado; habían sufrido una muy ligera descomposición a pesar de llevar años así.
De igual forma las hojas -que deberían estar secas- presentaban casi un perfecto estado, como si acabarán de ser arrancadas de los árboles.
Los científicos decidieron analizar varias muestras de organismos sin vida y llevaron la gran sorpresa de que estos presentaban un proceso de descomposición extremadamente lento.
Para verificar pruebas, Mousseau y Moller llevaron grandes cantiadades de hojas de árbol para revisar el efecto que sufrían bajo las condiciones radioactivas de Chernóbil. El hallazgo fue impactante, puesto que su descomposición era 40 por ciento menor en comparación de hojas que habían estado bajo condiciones ambientales normales.