Encabezado por dos autobombas con ofrendas florales fue escoltado por policías con uniformes de duelo y seguido por un centenar de autos. Dieron el último adiós a Grondona
No hubo aquel grito de gol que lo acompañó toda su vida. Sólo se escucharon aplausos durante el cortejo que culminó con el sepelio ayer de Julio Grondona en el cementerio de Avellaneda, la misma ciudad en la que nació y forjó su vínculo con el deporte hasta convertirse en una de las principales brújulas del futbol mundial.
ESCOLTADO
Encabezado por dos autobombas con ofrendas florales, escoltado por policías con uniformes de duelo y seguido por más de un centenar de automóviles, el cortejo llegó al cementerio de Avellaneda para un sepelio sin acceso a la prensa, tras un día y medio de velatorio en el complejo de la AFA, en la vecina ciudad de Ezeiza. Decenas de personas apostadas cerca del cementerio, entre ellos trabajadores de fábricas, aplaudieron el paso del cortejo, según se vio por televisión.
RODEAN ESTADIO
Durante el trayecto de casi una hora y media, la caravana se desvió un poco de la ruta principal para pasar por detrás del estadio de Arsenal de Sarandí, club del que Grondona fue uno de sus fundadores en 1975.
Lionel Messi y Joseph Blatter, llegados ese mismo día al país, fueron algunas de las miles de personas que desfilaron para despedir a Grondona. También se acercaron al velatorio, entre muchos otros, los técnicos José Pekerman, Alfio Basile, Héctor Veira y Carlos Merlo.