Internet ha demostrado ser un recurso de movilización de las protestas en México. En 2009 ahí nació el movimiento #Internetnecesario que se oponía a un impuesto del 3% al Internet. Durante la elección presidencial del 2012, la red fue indispensable para difundir la información del más de131 y después del #Yosoy132. Hoy como si hubiese una intención perversa desde Los Pinos se mandó la peor posible de las iniciativas al Senado, las leyes reglamentarias de telecomunicaciones, se utilizó al más visible de los senadores en Twitter para defenderla y con ello se movió a México, pero a las calles.
En efecto, la narrativa de las protestas de la semana pasada acusa a Peña Nieto de querer acabar con la neutralidad de la red, atacar la privacidad de los usuarios, poderlos geolocalizar y bloquear el acceso a Internet en ciertas zonas cuando se esté realizando una manifestación, en aras de la "seguridad nacional". Por ello la gente se movilizó en redes sociales con el #EPNvsInternet, que incluso atrajo la atención global en Twitter.
Bajo tal enmarque discursivo, Javier Lozano es una especie de Hosni Mubarak, el expresidente egipcio que fue derrocado en las primaveras árabes de 2011, y Azcárraga quiere su "ley Televisa 2". Y algo de razón lleva ese mensaje. El proyecto del senador Lozano en efecto era una amenaza para libertad de expresión, la neutralidad y la privacidad en la red y Televisa prefirió darle toda la cobertura a la canonización de Wojtyla, realmente a la expiación del encubrimiento que durante su papado hizo de curas pederastas, e ignorar la cadena humana que se formó el sábado de Los Pinos a Televisa Chapultepec.
Pero y qué sucede con los otros afectados por la reforma. Qué pasa con Carlos Slim y su Grupo Carso, diez veces más grande en ventas que las televisoras juntas. ¿Por qué en las protestas no ha permeado el hecho de que México cayera 16 puntos en el Índice de Conectividad del World Economic Forum y que ello se deba principalmente a la falta de competencia en el sector que controla Slim? ¿Por qué nadie ha reaccionado al comunicado de Telefónica en el que acusa a Telmex y a Telcel de incumplimiento a las medidas de preponderancia del IFT al negarse a entregar equipos telefónicos desbloqueados, compartir infraestructura ni permitir la interconexión? ¿Por qué a nadie le resulta simbólica la presencia de Francisco Hernández Juárez, el dirigente del sindicato de telefonistas, en el podium que se montó el sábado frente al Senado? ¿Por qué nadie ha convocado a una cadena humana desde Los Pinos hasta Grupo Carso? ¿Por qué no una cadena desde Los Pinos hasta TV Azteca? ¿Por qué nadie dice nada sobre los también malos contenidos televisivos de Azteca y de UnoTV?
La discusión de la Reforma de Telecomunicaciones se pospuso hasta junio y se eliminaron las amenazas al Internet, pero como han advertido expertos como Luis Fernando García, Emilio Saldaña e Irene Levy en junio podrían volver a introducirse por lo que el tema seguirá generando debate. En esa discusión la voz y la explicación de la reforma que todavía falta es la de Alejandra Lagunes, la coordinadora de la estrategia digital nacional.
Yo también quiero un país con medios más libres, con libertad de expresión total, con mejores contenidos en la televisión, un país en el que Televisa y TV Azteca salgan del clóset y revelen claramente sus preferencias políticas, como hacen medios de otros países. Un país con radios y medios comunitarios fuertes y donde los monopolistas (todos) acaten la ley y dejen de evadir impuestos. Por eso, y aunque colaboro en Televisa, me uno a quienes buscan lo anterior.
De aquí a junio hay que cuestionar a los legisladores que quieran suavizar las medidas dictadas contra Televisa, especialmente en materia de multiprogramación, propiedad cruzada y límites a la cantidad de publicidad, tal y como dice el sitio 1111mx.org, pero incluso en ese sitio sigue faltando en sus focos rojos un nombre, un grupo y es el de Carlos Slim.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano
