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Dos hombres y un lugar común

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Fidencio Treviño Maldonado

El hombre -en su insaciable y eterna búsqueda- sortea vicisitudes y escollos, traspasando montañas y surcando mares. Decir treinta años es fácil, y hasta se antoja poco tiempo. Pero ese fue el tiempo que tuvo que transcurrir para consumar una historia increíble como ésta, que nació en Belén, Palestina.

A principio del siglo XX, dos jovencitos aventureros decidieron viajar de Palestina a América, sin brújula ni horizonte fijo, sólo un espíritu indomable a toda prueba y una mente libre como la rosa de los vientos.

Teodoro, salió de Belén cuando apenas tenía veinte años, mientras que Jacobo tuvo que quedarse, ya que aún no cumplía los 16 y, por lo tanto, no le fue concedido el permiso de sus padres. Años después, sin haber pasado mucho tiempo, Jacobo partió, y entre puertos, ciudades de paso, trabajos ocasionales, trabas y barreras idiomáticas entre los países que abarcaron su travesía hacia la tierra prometida, logró llegar a México en plena Revolución.

Tampico, Tamaulipas. Fue un 22 de enero de 1922. Jacobo llegó con futuro promisorio, buscando algo que no había perdido. Sin dominar la lengua española y con la ayuda de sus manos en esa Torre de Babel, se inició en el comercio, instalándose en Tuxpan, Veracruz, donde montó una tienda que poco a poco fue creciendo. El espíritu aventurero del joven le indicó que debía conocer más, razón por la cual se trasladó a Monterrey, Nuevo León, donde se dedicó a la compra-venta de tabaco.

En los años treinta, durante algunos viajes de negocios a Torreón, Coahuila, conoció a una joven que, por ser huérfana, vivía con su tío. Ambos comenzaron a tratarse y terminaron casándose. La trashumancia llevó al joven matrimonio a un poblado del estado de Nuevo León, llamado Galeana. El nombre de esta agraciada señorita era María Massú, quien fue su esposa hasta la muerte.

Continuando con la historia, en 1936, nació su primer hijo, a quien pusieron por nombre Jorge. Cuatro años después, en 1940, nació el segundo de los Nassar Massú, Juan, quien falleció en 1961 debido a un padecimiento renal, después de otros dos hijos, José Tosí (Pepe) y Óscar, el menor. Sin embargo, la peregrinación de don Jacobo aún no terminaba, por lo que en septiembre de 1949, se trasladó con todo y familia a la Ciudad de Matamoros, Coahuila.

Y fue aquí donde ocurrió un acontecimiento digno de mencionarse -como dicen los escépticos, «para Ripley»- por lo increíble: Jacobo Nassar, aquel muchachito al que se le negó el permiso para salir de Palestina con su amigo Teodoro Facusseh, por el hecho de no tener la edad, se encontró con su amigo justo frente a la casa que acababa de comprar, donde sólo quedaban separados por el ancho de la calle del Matamoros viejo (Alatorre). Hasta la fecha, la casona es una tienda, propiedad de José, hijo de Jacobo, que aún conserva algo de la fachada antigua, en la que vivió Teodoro. Ahora, ahí reside el matrimonio Garibay Ayup.

Una mañana, don Teodoro salió de su casa y encontró frente a sí, a un hombre de estatura mediana, delgado y de piel blanca. Sus miradas se cruzaron y sus brazos se cerraron en un abrazo de hermanos. Lo raro o curioso, es que los dos llegaron a América, viajaron en tiempos y rutas distintas, y a pesar de que sus destinos cambiaron por un largo tiempo, el designo de la vida terminó por reunirlos. Siendo América un vasto continente, los dos llegaron al mismo país, México. Precisamente a tres décadas, volvieron a encontrarse en un pequeño poblado, teniendo sus casas frente a frente.

Por años se les vio juntos a los dos. “Jacobo y Teodoro platicaban en su natal idioma por las tardes. Don Teodoro tuvo un hijo que después fue presidente municipal de Matamoros, de nombre Elías; por su parte, Jacobo es tronco de los Nassar.

José, “Pepe” Tosí, aún es dueño de la tienda El Centro Comercial, que don Jacobo inició en 1949, justo a treinta años de la separación de estos dos hombres. “¿Para qué escribir y leer novelas -decía Ernest Hemingway- si cada hombre y mujer tiene y vive su propia comedia?”.

Correo-e: kinotre@hotmail.com

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