Dinámica. Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional.
El Fondo Monetario Internacional estima que la economía rusa ya ha caído en recesión.
El año pasado, la economía rusa cayó 1.3%, su tasa más baja en 13 años sin contar 2009, el año de la caída de la economía global. El crecimiento se frenó aún más este año, ante el retiro de capitales por parte de inversores preocupados por la política rusa en Ucrania.
El titular de la misión del FMI en Rusia, Antonio Spilimbergo, dijo a la prensa ayer miércoles que Rusia ya está en recesión, cuando los temores de fuertes sanciones económicas pesan sobre la economía.
"Si se entiende por recesión dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, Rusia experimenta una recesión", dijo Spilimbergo a los periodistas.
Los inversionistas temen que Estados Unidos y Europa aumenten las sanciones a Rusia debido a su política en Ucrania. Moscú se anexó la península ucraniana de Crimea el mes pasado y ha sido culpada de fomentar la agitación en la zona oriental del país, de mayoría de habla rusa.
Debido a ello, los inversionistas sacaron de Rusia unos 60,000 millones de dólares en el primer trimestre de este año, más que en todo el 2013. El FMI cree que la fuga de capitales llegará este año a unos 1,000 millones de dólares, dijo Spilimbergo.
Se considera que hay recesión cuando la economía se contrae en dos trimestres consecutivos. La economía rusa se contrajo en el primer trimestre del año con respecto al último de 2013.
Mientras los analistas reducen sus pronósticos, el Kremlin niega estar en recesión. La semana pasada, S&P mencionó las tensiones en Ucrania y redujo la calidad de los bonos soberanos rusos, la primera vez que lo hace en seis años. La economía rusa se encontraba ya debilitada el año pasado, antes de que estallara la crisis de Ucrania. Creció entonces un 1,3%, la peor actuación en los últimos 13 años salvo el 2009, cuando el país fue afectado por la recesión global.
Estados Unidos y la Unión Europea impusieron dos rondas de sanciones a Rusia, pero afectan principalmente a los políticos rusos, un puñado de empresarios allegados al presidente Vladimir Putin y su empresas, ninguna de las cuales es pública.