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Economía sin tracción

Salvador Kalifa

El desempeño de nuestra economía el año pasado es una prueba más de que desde mediados de 2012, cuando empezó a disminuir el ritmo de crecimiento, México enfrenta severas dificultades para que agarre tracción la actividad productiva en el país.

El Inegi reportó el viernes pasado que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) real en 2013 fue de tan sólo 1.1 por ciento, muy inferior al esperado a principios de año y que, además, se tradujo en la primera caída del ingreso por persona desde 2009. Sin duda, un mal resultado económico para los mexicanos.

Existen varios factores que contribuyeron a ese resultado, destacando dos externos y dos internos. Primero, el lento crecimiento de la economía de Estados Unidos (EU), que además se concentró en actividades como la construcción, que en poco o nada benefician a nuestro sector exportador, lo que explica, por lo menos en parte, la caída del sector industrial en México.

Segundo, el menor ritmo económico en EU afectó negativamente a las remesas familiares. Éstas se ubicaron el año pasado en 21.6 miles de millones de dólares (mmd), una cantidad menor a la del 2012 y todavía más baja respecto al nivel alcanzado antes de la Gran Recesión de 2008-2009 (26.1 mmd en 2007). Eso perjudicó el consumo en varias entidades del país.

Tercero, un lento ejercicio del gasto público en 2013 también afectó negativamente a la demanda interna y aun cuando se aceleró en el último bimestre, no se reflejó en un cambio de tendencia en la economía.

Cuarto, un casi estancamiento de la masa salarial real (ganancia marginal en los salarios reales y un crecimiento modesto en el volumen de empleo), tanto en manufacturas como en comercio, lo que afectó negativamente la demanda de los consumidores.

En ese contexto, las estimaciones en Criterios Generales de Política Económica (CGPE) y de los informes trimestrales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) resultaron muy optimistas. En CGPE, por ejemplo, se pronosticó un avance del 3.5 por ciento, y las estimaciones trimestrales de cada uno de los informes, si bien bastante más parcas, superaron también la realidad.

Cabe señalar que dichas estimaciones trimestrales son dadas a conocer cuando ya la dependencia cuenta con algo de información sobre la trayectoria de la economía en el periodo referido, y aun así fueron optimistas, como también lo fueron las previsiones del Banco de México.

¿Qué podemos esperar, por tanto, para 2014? La gran esperanza es que este año sea mejor que el anterior, lo que se refleja en la previsión de 3.9 por ciento de crecimiento que apareció en CGPE. No obstante, con los elementos de juicio que se tienen a la fecha, me parece que la realidad se quedará otra vez por debajo de las estimaciones oficiales y también de las previsiones de la gran mayoría de los analistas del sector privado.

El arranque del año ha sido decepcionante pero no inesperado. Afuera el frío debilitó el proceso de recuperación de la economía de EU y las dificultades de otras economías emergentes han tenido un impacto negativo sobre nuestras variables financieras.

En lo interno, las medidas de política económica de nuestro gobierno contribuyeron, como lo preví en varias de mis columnas, a casi paralizar la actividad económica en el arranque del año. En efecto, el alza de impuestos y precios públicos así como la Ley de lavado de dinero han desalentado el gasto de los consumidores y el de inversión de las empresas.

La Reforma fiscal, que obliga a realizar todas las operaciones de los contribuyentes en el portal electrónico del SAT, trastornó, por lo menos en estos meses, los servidores de la SHCP y retrasó la recaudación de ingresos fiscales y, quizá, complicó también el ejercicio del gasto público.

No deberá extrañarnos, por tanto, que como resultado de los factores anteriores la economía muestre un débil desempeño en el primer trimestre, aun cuando le ayude el efecto estacional de Semana Santa, que será en abril de este año.

La situación debería comenzar a mejorar durante la primavera, pero será más notoria en la segunda mitad del año, cuando la economía se beneficie del crecimiento estadounidense y del ejercicio del gasto público en México.

Aun así, lo ocurrido hasta ahora es suficiente como para esperar que el avance de la economía en 2014 se ubique ahora entre 2 y 3 por ciento (frente al 2.5 a 3.5 por ciento que preví a principios de enero).

El impacto de las reformas estructurales, en especial la energética, no se verá sino hasta ya avanzado el 2015, por lo que no deberá sorprendernos cuando las autoridades y los analistas también revisen a la baja sus estimaciones de crecimiento para este año.

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