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Educación y catastrofismo

A la ciudadanía

Manuel Valencia Castro

Desde hace un buen número de años he participado en muchos eventos en los que el tema principal ha sido el cuidado del medio ambiente. En todos ellos, como parte fundamental del análisis y la reflexión, se presenta el problema del deterioro y degradación ambiental. Por razones obvias, las diferentes partes del problema medioambiental se exponen siempre con lujo de detalle y con cifras tan precisas que logran por un momento las peores imágenes en nuestra mente. Desde luego, nada de esto es irrelevante, los problemas existen y no pueden ni deben ocultarse, incluso debe considerarse la posibilidad de que en ocasiones puedan ser aun más terribles de lo que parecen o de cómo nos los presentan.

No obstante, el catastrofismo o mejor dicho, su efecto sobre la adquisición de conciencia por parte de los grupos sociales, suele ser efímero y ocasionador de una insensibilidad hacia el cuidado del medio ambiente, que impide a unos, decidirse y participar, y a otros a tomar decisiones que conduzcan a la sustentabilidad. Este efecto por otro lado, está inversamente relacionado con el grado de conciencia y cultura ambiental que se busca lograr. En otras palabras, se consigue exactamente lo contrario de lo que se pretende:aumentar la conciencia y sensibilidad hacia los impactos ambientales que se ocasionan con las actividades económicas del hombre. Que esto es discutible, sin duda, que hay siempre buenas excepciones, también de acuerdo, pero una de las mejores conferencias que he escuchado terminó diciendo que el hombre es el único animal que destruye su hábitat y "que no se da cuenta" de lo que hace y que él mismo ha puesto en peligro de extinción a su especie.

Por otro lado, en no pocas ocasiones llegamos a la conclusión de que lo que hace falta es incrementar la oferta educativa con temas ambientales, tanto formales como informales. Lo cual sin duda es cierto, pero difícil de cumplir, no sólo por la falta de recursos económicos y de personal capacitado, sino por el reto pedagógico que significa lograr cambios cualitativos que se reflejen en actitudes adecuadas en las personas y en los grupos sociales frente al medio ambiente.

Se antojala posibilidad de explorar nuevos enfoques educativos sin el pesimismo lúgubre que suele usarse, y considerar a la problemática medioambiental como una oportunidad "para reflexionar sobre la forma cómo vivimos". Mi profesor de educación para la sustentabilidad Sam Crowell, coincide más o menos con esto; él comenta que el sistema educativo actual se encuentra en serios problemas, y que la base de dichos problemas es que el aprendizaje se ha convertido en una acumulación de información, la cual, sin un contexto, simple y llanamente no tiene sentido, es estéril y sin vida.

Para Sam, en el siglo XXI, se debe aspirar a un aprendizaje más sensible, "donde el conocimiento se considera conectado a lo que somos como seres humanos - no sólo las capacidades intelectuales, sino nuestra capacidad de preocupación altruista, de servicio desinteresado, de acción colaborativa , y la sabiduría creativa".

Enfoques como éste, pueden abrevar en la Carta de la Tierra y viceversa, ambos pueden generar una sinergia capaz de vencer la indolencia, esta última, quizá el principal obstáculo en el proceso de construcción de ciudadanía y de una sociedad sustentable.

La Carta de la Tierra es un documento progresista, que fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1992, pero difundida y modificada ampliamente en el año 2000, luego que se tradujera a más de 30 idiomas. Un brevísimo resumen de este documento es como sigue: "Los humanos debemos conservar y mejorar el mundo en que vivimos; por este motivo debemos vivir de una manera nueva, utilizando las cosas buenas que tenemos. Debemos hablar con todos para aprovechar las culturas y los inventos que existen. La gente de otros países, lenguas, costumbres y religiones también nos ayudan; así podemos conocer nuevas maneras de vivir y de tratar a las personas. Pongamos atención y esfuerzo para superar las situaciones difíciles. Si nos unimos, podremos mejorar mucho el mundo, porque cada persona es útil y puede ayudar. Ojalá se diga de nosotros: "quieren vivir de una forma nueva, se esfuerzan en vivir en paz, 'saben conservar la Tierra'".

Son muchos los casos que podrían citarse como ejemplo de la aplicación de estos enfoques, desde el banco que sólo les presta dinero a los pobres en Bangladesh, hasta organizaciones como la Fundación Nueva Economía, considerado como el principal gabinete independiente de ideas y de acción, del Reino Unido.

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