Efemérides del Beisbol Lagunero
El 7 de noviembre de 1959, por la tarde, se efectuó en el Estadio de la Revolución un juego de beisbol a beneficio del muy estimado pelotero Tomás Murillo Carrillo, popularmente conocido como "El Sarita", con motivo de una fractura que había sufrido.
En ese encuentro se enfrentaron los equipos de primera fuerza "Sulvis" de Viesca y "Utility" de Torreón. Con el primero reapareció en los diamantes locales el singular inicialista de un solo brazo Antonio Hernández.
El popular "Sarita" Murillo es un personaje icono del beisbol lagunero del siglo XX. Oriundo de Rancho de los Ríos, municipio de Jerez, Zacatecas, donde nació en 1915, de niño llegó con sus padres a la ciudad de Torreón, donde se instaló con su familia en la populosa colonia La Polvorera. A pesar de carecer del ojo izquierdo, que perdió en su pueblo natal a causa de una epidemia de viruela cuando apenas tenía ocho meses de edad, a los 13 años empezó a destacar en el beisbol con el equipo de categoría juvenil "Torreón y Anexas".
Para 1936 Tomás era ya un pelotero, pitcher, de primera fuerza con el poderoso equipo de La Unión y en 1940 militaba entre lo mejor del beisbol lagunero, pues llegó a formar parte de equipos tan formidables como Herreros de La Esperanza y el glorioso El Palmito, donde alternaba con peloteros de la talla de Óscar y Eliseo Martínez, Gerardo Calderón, Bernardo Ceniceros, Margarito "Caricaturas" Mancha y Rafael "Chino" López, entre otros.
En 1944 se presentó en la Ciudad de México para participar en los entrenamientos de pretemporada del equipo Juárez-Loreto de la muy fuerte Liga Invernal Metropolitana, bajo la supervisión del célebre Francisco "Pancho" Torrijos, pero no llegó a acuerdo alguno. De regreso en La Laguna formó parte del equipo Torreón integrante de la Liga Nacional, al lado de figuras como Basilio "El Brujo" Rosell, "Tacho" Santaella, Juan Guerrero, Jorge Galina y Jesús Serrano.
En sus postrimerías como pelotero, "El Sara" fue muy solicitado para dirigir equipos, como lo hizo con los de Camargo, Chihuahua, Ignacio Allende, Durango y varios de la Mayor de La Laguna.
Su última etapa en el rey de los deportes la cubrió como masajista, práctica en la que puso en juego todos sus conocimientos y experiencia adquiridos en el beisbol, con los equipos Unión Laguna, Monclova, Puebla (en tiempos de Tony Castaño), Saltillo y Tampico de la Liga Mexicana, así como con el de Tijuana en la Liga del Pacífico y Las Choapas de la Invernal Veracruzana.
A pesar de su problema físico, "El Sarita" Murillo, fallecido en Torreón hace años, fue un deportista de mucho pundonor y coraje, siempre optimista y alegre con su característico grito de batalla pronunciado con beisbolero acento antillano: "¡Hay que ponerle pimienta chico!"
Don Antonio Ramos Parga, quien en 1987 escribió una emotiva semblanza de Tomás Murillo publicada por El Siglo en dos entregas, dice de él que fue "un peregrino del beisbol"; sí, pero también, si es permitida la expresión, fue un apóstol del rey de los deportes en La Laguna, por cuyos diamantes a veces aún se escucha, como eco lejano: "Hay que ponerle pimienta chico".
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