Las personas se transportan de un lugar a otro para realizar alguna tarea o actividad. El transporte, per se, se considera un costo de llevarla a cabo. Entre más tiempo pasen las personas en sus automóviles o en medios colectivos de transporte, mayor es el costo en pérdida de horas hombre. Los gobiernos tratan, por tanto, de mejorar la vialidad para disminuir ese costo social.
La manera tradicional de reducir el tiempo de transporte es la apertura de nuevas vialidades, la ampliación de las existentes y, cuando el tamaño de la ciudad lo amerita, promover medios de transporte colectivo para reducir la presión sobre las vialidades existentes.
Esas inversiones son rentables socialmente cuando su costo directo y en pérdida de horas hombre es menor al beneficio que se obtiene por reducir el tiempo que las personas pasan, de manera improductiva, yendo de un lugar a otro.
En todas las ciudades se realizan obras de este tipo, pero hay algunas que se hacen por simple ego político aun cuando sus costos superen los beneficios. A mis lectores quizá les vengan a la mente ejemplos de esto en Guadalajara, Torreón, Tijuana, o alguna otra metrópoli del país.
En esta nota presento un ejemplo con el municipio de San Pedro Garza García, en Nuevo León. Me refiero al proyecto "San Pedro Gran Vía" que contempla una ciclovía y un tranvía para dicha comunidad. Una simple evaluación muestra que sus costos superarán, por mucho, sus posibles y dudosos beneficios.
Veamos primero la ciclovía. La idea romántica de que "en bici todos nos vemos mejor", elevará el costo de transporte y la pérdida de horas hombre, dado que su trazo no implicó la ampliación de las calles y avenidas, sino la reducción de carriles para automóviles y el entorpecimiento del tránsito vehicular.
La ciencia económica desacreditó hace siglos la denominada Ley de Say, que consiste en afirmar que toda oferta crea su propia demanda. Pareciera que el alcalde de esa localidad es víctima de esa teoría obsoleta y falsa.
El que exista la ciclovía no va a motivar a los habitantes del Municipio a dejar sus automóviles, que los mueven rápido de un lugar a otro, para utilizar ahora bicicletas y aumentar considerablemente su tiempo perdido (costo) en el transporte.
Me imagino a una mamá llevando a sus hijos en bicicleta a la escuela, un ejecutivo transportándose a su oficina en bicicleta, y así muchas otras personas que estarían, además, dispuestas a desafiar, por gusto, las inclemencias del tiempo.
Pudiera ser, sin embargo, que se esté pensando en el uso recreativo de la bicicleta. Esto no redime el proyecto. Es una tontería habilitar tramos de vialidades normales para el paseo de los ciclistas, ya que el costo social medido por la pérdida de horas hombre superaría, con creces, el beneficio que derivarían los paseantes de fin de semana en bicicleta.
No pasemos por alto, además, que esa promoción del uso de la bicicleta acabaría por ocasionar un aumento en los accidentes, al transitar miles de automóviles con, en el mejor de los casos, algunas decenas de ciclistas.
La otra "gran idea", que ya costó varios millones de pesos, es un tranvía en el corredor Vasconcelos-Lázaro Cárdenas. De nueva cuenta, los costos directos y en pérdida de horas hombre son muy superiores a los beneficios esperados
Los costos son evidentes. Por un lado, los gastos directos de construcción (miles de millones de pesos) y por el otro la pérdida de cientos de miles de horas hombre s por los trastornos viales que ocasionaría la construcción, así como por la reducción permanente del número de carriles disponibles en esa avenida.
¿Acaso el alcalde estará pensando que los habitantes del municipio dejarán sus automóviles para ahora transportarse en el tranvía? Me imagino a las personas moviéndose en sus autos para estacionarlos cerca de las distintas paradas del tranvía, esperar a que llegue, para después transportarse a su lugar de destino. El costo para ellos en tiempo perdido sería muy superior al "placer" de viajar en ese medio de transporte.
El beneficio de la obra, por su parte, es extremadamente pequeño y se limita a los ingresos que pueda obtener y a las horas hombre que ahorren las personas que, sin tener otra forma de transportación, consideren más rápido moverse en el tranvía.
Es evidente, por tanto, que los costos de este proyecto en pérdida de horas hombre serían mucho muy superiores a los beneficios asociados al uso de dicho transporte colectivo. Está por verse, sin embargo, si el alcalde reconoce que se equivocó o puede más su vanidad y le endilga a su comunidad un par de costosas e inútiles transformaciones viales.
¿Cuántos ejemplos de estos, que por ego político desperdician recursos e imponen costos a la sociedad, habrá en el país?