Einstein y Jobs: dos mentes brillantes y ¿parecidas?
Aunque fueron personajes con importantes diferencias entre sus personalidades y contextos, es posible encontrar en sus biografías ciertas coincidencias en hábitos, gustos, situaciones particulares y maneras de ser o pensar dignas de atención.
Es interesante el acceso que las biografías nos permiten al día a día de personajes que hicieron historia; qué hacían exactamente y cómo. Pero más interesante todavía es encontrar semejanzas extraordinarias entre ellos, como las que hay entre Albert Einstein y Steve Jobs.
INFLUENCIAS EN CASA
Einstein creció escuchando pláticas relacionadas con las últimas tecnologías de sus tiempos, debido a que Hermann y Jakob Einstein (papá y tío de Albert) estaban en el negocio de las telecomunicaciones y la electrónica. Cuando tenía cinco años quedó fascinado con la brújula de su papá, lo cual demuestra su curiosidad e interés por la ciencia desde niño. Esta historia la cuenta él mismo en su libro Notas autobiográficas.
Su tío Jakob, lo introdujo al álgebra. Pero su acercamiento más importante con las matemáticas fue cuando un amigo de la familia, Max Talmey, le regaló un libro de geometría. Einstein lo estudió a profundidad y avanzó tanto, que a los catorce años había superado a sus profesores. Al ver su interés, Max siguió regalándole libros y así fue como Einstein conoció a filósofos como Kant y otras lecturas de la época, además de textos de divulgación científica de Aaron Bernstein, que más tarde influirían en él.
Steve Jobs también vivió rodeado de tecnología y electrónica. Creció en Silicon Valley, sede tecnológica en Estados Unidos, entre ingenieros y empresas emergentes como Polaroid o Hewlett-Packard. Paul Jobs fue el padre adoptivo de Steve. Trató de transmitirle conocimientos sobre mecánica y electrónica; ésta última fue la única que le interesó.
A Steve le impresionaba el ingenio de su padre para construir cualquier cosa, y el trabajo impecable que hacía hasta en las partes ocultas. Todos los días después del trabajo, se retiraba al garaje y trabajaba mientras Steve lo observaba. Mediante su ejemplo, Paul Jobs también enseñó a su hijo a negociar, habilidad que le sería de gran ayuda en el futuro.
SUS MADRES
Pauline Koch tenía grandes aspiraciones para su hijo Albert, además de que notaba la gran curiosidad y sed de conocimiento que él tenía, así que le consiguió un profesor privado desde antes de que entrara a la escuela. Otra influencia importante para Einstein de parte de su madre, fueron las clases de violín que le dio cuando él tenía apenas seis años, disciplina que nunca abandonó.
Es sabido que Steve Jobs fue dado en adopción. Clara Jobs, su nueva madre, al igual que la de Einstein, tenía grandes expectativas para su hijo y lo enseñó a leer a los tres años, antes de entrar a la escuela, además de hacerlo sentir siempre como alguien especial.
ESPACIO EN CASA PARA APRENDER
Tanto los padres de Albert como de Steve, ofrecieron a sus hijos un espacio en casa que funcionaba como taller para jugar, experimentar, convivir y estudiar. Un día, Paul Jobs le dijo a Steve: “Ésta será a partir de ahora tu mesa de trabajo”, haciéndole un espacio a su lado. El lugar, las herramientas y el tiempo en la niñez, son básicos para aprender y perfeccionar un arte. Quién sabe qué hubiera creado Miguel Ángel Buonarroti de no haber tenido a la mano un cincel y bloques de mármol.
PROBLEMAS EN LA ESCUELA
La idea de que Einstein era «tonto» es un mito. Aprendió a hablar a los tres años, pero por alguna razón se saltó la etapa de balbucear y decir palabras sueltas, y sólo habló cuando logró sentirse capaz de mencionar una frase entera. En primaria, obtenía buenas calificaciones. Pero en el Luitpold Gymnasium donde estudió el equivalente a la preparatoria, la educación era casi militar, aspecto que molestaba a Albert.
A esas alturas, lo único que captaba su atención eran los números y reprobaba todas las materias que no estuvieran relacionadas con ellos. Esto hacía que algunos profesores pensaran que era un estudiante incapaz de progresar. Hubo uno que llegó a decirle que “no lograría nada en la vida”, como cita el libro Mi visión del mundo, que es una recopilación de sus textos.
Por su parte, Steve se aburría mucho en los salones de clase debido a que ya sabía leer, y se dedicaba a hacer travesuras. Una vez escribió y repartió en secreto avisos a sus compañeros informándoles que al día siguiente sería el día de llevar a sus mascotas a la escuela; volvió locas a sus maestras. Una de ellas vio potencial en él, y comenzó a encargarle problemas matemáticos extra, con la condición de que si los resolvía, le daría una paleta y cinco dólares. Jobs cumplió y también su maestra, “tras dos meses ya no necesitaba sobornos”. Steve se sentía especial y sólo buscaba maneras de agradar a su maestra. “Si no hubiera sido por esa mujer, estoy seguro de que habría terminado en la cárcel” llegó a decir Steve.
CUESTIONAMIENTOS RELIGIOSOS
Einstein era el único judío en una escuela de católicos, y la ley en Múnich obligaba a los niños a recibir educación religiosa, así que Einstein estudió las bases del judaísmo en casa. A los once años, pasó por una intensa etapa religiosa. No comía carne de puerco como manda el judaísmo y componía canciones religiosas en honor a Dios, las cuales cantaba de camino a la escuela.
Años después, pensaba muy diferente; su acercamiento a la ciencia lo hizo considerar que es posible responder las preguntas del universo con hechos, de manera que para él las religiones se convirtieron en simples historias fantásticas. Aunque nunca dejó de creer y utilizar la palabra «Dios» para aquello que reconocía como un orden divino en el universo, algo superior a la suma de todas las partes de la naturaleza.
Los padres de Steve quisieron que su hijo tuviera una educación religiosa, así que lo llevaron a la iglesia luterana casi todos los domingos. Hasta que a los trece años, Steve vio una portada de la revista Life donde aparecían unos niños africanos famélicos. A partir de ese día decidió que no quería tener nada que ver con un dios que permite esas situaciones. Después, conoció el budismo zen y pensó que la religión era mejor cuando se ponía más atención a las experiencias espirituales que a los dogmas. Antes de morir, dijo que le gustaba pensar que hay algo que sobrevive después de la muerte; le parecía extraño creer que toda la sabiduría acumulada simplemente desapareciera. “Pero, por otro lado, a lo mejor es como un sistema de encendido y apagado, ¡clic!, y ya no estás”.
DESDE MUY JÓVENES
A los 24 años, Einstein ya había publicado un primer borrador de su Teoría de la relatividad especial.
Steve Jobs, fundó Apple a los 21 años. A los trece años, construyó un frecuencímetro y lo invitaron a trabajar durante un verano en Hewlett-Packard. Y a los diecinueve, ya estaba viajando por la India en busca de espiritualidad.
CAPACIDAD DE CONCENTRACIÓN
Einstein tenía una gran capacidad de concentrarse, de tal manera que a veces se encontraba perdido en una calle sin saber cómo había llegado hasta ahí, por ir cavilando en sus pensamientos. También, frecuentemente se olvidaba de comer.
La meditación y el budismo zen causaron en Jobs una capacidad de concentración asombrosa. Les decía a sus empleados que para concentrarse había que descartar lo que resultara irrelevante en ese momento. Por ello, su capacidad para enfocarse en lo importante era extraordinaria.
AMOR POR EL CAMPO Y LA NATURALEZA
Einstein disfrutaba el sol y los increíbles paisajes del campo en Milán, recorriendo grandes distancias en su bicicleta, mientras quién sabe qué ideas complicadas le pasaban por la cabeza.
Jobs también experimentó la naturaleza. A los diecisiete años, se encargó de una finca de manzanas de noventa hectáreas. Para Steve, no había mejor manera de tener una plática importante que haciendo una larga caminata al aire libre. Tenía en casa un huerto orgánico del que sustraía materias primas para sus exigentes hábitos alimenticios.
SUS ICÓNICAS APARIENCIAS
Parece que ninguno de los dos tenía una pizca de vergüenza en cuanto a la apariencia personal se refiere. Einstein era conocido por su estilo descuidado para vestir y su melena alborotada, lo cual creó el concepto icónico de científico «loco». Su primera esposa, Elsa, trataba de ayudar a la causa, pero en una carta, Albert le dejó bastante claro que si él cambiaba su manera de vestir, dejaría de ser él mismo, que lo dejara en paz o buscara a alguien más. Sabía perfectamente cómo se veía, pero no le importaba. Y nunca usaba calcetines.
Por otro lado, Jobs no usaba zapatos. En sus épocas de estudiante recorría las instalaciones de la universidad descalzo y maloliente. Pasaba lo mismo cuando trabajaba en Atari, por lo que fue cambiado al turno nocturno para no molestar a los demás. Ya en Apple, subía los pies negros a las mesas de juntas, sin importar a quién tuviera enfrente. Las camisetas negras de cuello de tortuga que todos conocemos, fueron un diseño del japonés Issey Miyake. Su clóset estaba lleno de ellas.
REBELDÍA ANTE LA AUTORIDAD
Ambos fueron rebeldes por excelencia. Eran libres, auténticos y veían maneras diferentes de hacer y ordenar las cosas. El coche de Steve nunca traía placas, y se estacionaba con descaro en los lugares para discapacitados. Creía que las reglas no aplicaban para él. Trataba de contagiar a sus empleados un sentimiento de rebeldía en cuanto a hacer las cosas diferentes. De hecho, alguna vez, por un tiempo una bandera pirata ondeó en las instalaciones de Apple.
AMOR A LA BELLEZA Y EL ARTE
Para Einstein, el placer que una ecuación correcta puede causar es el mismo que el propiciado por una gran obra de arte. Su trabajo fue elegante, una simple ecuación que describe al universo. Él mismo decía que su Teoría de la relatividad general era “demasiado hermosa como para estar equivocada”.
Jobs tuvo una gran pasión por el diseño limpio y simple. Trataba de alcanzar en sus productos la calidad de diseño digna de un museo de arte contemporáneo. Tenía influencias de estilo de la escuela de la Bauhaus y del funcionalismo. Una de sus máximas era la propuesta por Da Vinci: “La sencillez es la máxima sofisticación”. Creía en una estética ideal y universal. Además del buen diseño, sus productos siempre iban unidos a sensaciones, elegancia, toques humanos, e incluso, a algo de poesía.
OTRAS SEMEJANZAS
-Pasión por la música. Einstein con su violín, Jobs con iTunes y Bob Dylan.
-Innegable sentido del humor.
- Sus escritorios y oficinas eran un total desorden.
-Eran necios y tenían una gran confianza en sí mismos.
-Ambos supieron combinar las ciencias con las humanidades.
-Su principal objetivo nunca fue el dinero. Lo que Jobs buscaba era poner herramientas de creatividad al servicio de seres humanos creadores. Quería aportar algo «absurdamente genial» para la humanidad.
Otra coincidencia entre ellos, es que ya había biografías publicadas de ambos cuando apenas tenían cuarenta años de edad. Según Einstein, “la locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Albert Einstein y Steve Jobs vivieron y pensaron de manera diferente a la gran mayoría; por lo tanto, sus resultados fueron distintos, tan extraordinarios que cambiaron al mundo.
Twitter: @maria15fernanda