Autoridades de Florida ejecutarán el próximo jueves a Eddie Wayne Davis, sentenciado a la pena capital tras ser encontrado culpable por el asesinato y la violación de una menor de 11 años en 1994.
Davis, de 45 años, recibirá una inyección letal por haber dado muerte a Kimberly Ann Waters en Lakeland, en el centro de Florida, luego de secuestrarla y violarla.
En junio pasado, el gobernador de Florida, Rick Scott, firmó la sentencia de muerte de Davis.
Pero, la semana pasada Davis hizo un llamado a las autoridades al afirmar que sufre de Porfiria, un trastorno en la sangre, y que el uso del primer fármaco administrado en la inyección letal podría causarle dolor abdominal extremo y náuseas.
Sin embargo, un experto médico testificó que era “altamente improbable” que se registraran esos síntomas antes de que finalice la ejecución, por lo que la Suprema Corte estatal rechazó la apelación del sentenciado.
Sus abogados argumentaron, sin éxito, que el dolor que sufrirá su cliente violaría la prohibición constitucional de los castigos crueles e inusuales.
Los abogados de Davis habían presentado testimonio médico de que la droga Midazolam, que se utiliza para poner al reo inconsciente, podría desencadenar una crisis de Porfiria, causando náuseas, dolor abdominal, presión arterial alta y vómitos.
En junio de 1995, un jurado condenó por unanimidad a Davis culpable por el asesinato en primer grado, por el secuestro y agresión sexual contra Waters.
