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El Camino de Santiago en el Siglo XXI

(Quinta parte)

Cocido Maragato. Astorga, León.

Cocido Maragato. Astorga, León.

Alberto Cisneros

Para cuando llegué a Burgos, ya había visto varias catedrales: Notre Dame, Chartres, Tours y San Sebastián. Pero la catedral de Burgos, la primera y más ambiciosa de las catedrales góticas de España, fue la que más me gustó. Es hermosa. Repito, mi postura religiosa personal es algo informal. Más o menos así va: Soy creyente en un creador único, no creo que los niveles de inteligencia que ha alcanzado el ser humano, la maravilla y complejidad de este universo hayan ocurrido por accidente, sin un objetivo de entenderlo y apreciarlo. Alguien o algo lo hizo para nosotros o para un propósito que aún no entendemos o que nunca entenderemos. ¿Por qué hacer el circo más espectacular que se pueda concebir si no hay observadores en las gradas? Vivo acorde a muchos de los códigos que la religión católica enseña: Amor como sentimiento supremo, trata a los demás como quieres ser tratado, el valor de la vida humana, entre otros que me gustan… Más no creo en la mitología de la religión católica (o de cualquier religión). La mitología de las religiones era un componente necesario para conseguir seguidores hace miles de años. Cuando la inmensa mayoría de la población no tenía capacidad de análisis científico. La mitología / superstición / miedo fueron inevitables e indispensables para que estas religiones / comunidades crecieran. Y a menos que alguien me lo presente o que me enseñe un video, Dios es una abstracción. Sin embargo, las obras hechas en su nombre son todo menos un objeto abstracto. Si la Biblia es la obra de literatura / ficción más ambiciosa que se ha escrito, las catedrales de Europa Occidental son los edificios más ambiciosos que se han construido. Hechos para durar para siempre, hechos para inspirar para siempre. No se puede concebir el día de hoy que exista en el futuro un grupo que financíe una obra así, sin retorno de inversión. O un grupo de arquitectos, artesanos y trabajadores que lo materialice. Como espectador, si uno sabe aceptar que lo que pasó, pasó, desprenderse de ideas enjuiciantes y simplemente apreciar el genio del ser humano convertido en catedral, siguen siendo obras de arte incomparables, aparte de seguir siendo los mejores lugares para la espiritualidad y la reflexión.

En Burgos, está también una imponente estatua del Cid, héroe y leyenda de La Reconquista española. Lo que deja también materia para presentar los caprichos de la historia para un espectador mexicano. Pues el Cid, querido lector, es una fuerte razón de que usted es quién es y no otro totalmente distinto. Me refiero a que usted es cristiano y no musulmán. En Burgos, me reuní con viejos amigos que conocí cuando viví en España. Con ellos me fui a la cercana ciudad de Palencia. A punta de cerveza, vino, cenas caseras, lechazos, cocidos maragatos, menestras palentinas y mucho jamón, me repuse varios de los kilos que ya había perdido desde que inicié el viaje. No conforme, cuando me despedí de ellos y luego de una etapa de más o menos 80 kilómetros, llegue al restaurante El Capricho, situado en medio de la nada en la Provincia de Léon. El Capricho es considerado por varias revistas especializadas de varios países como "El mejor restaurante de carne del mundo". Allí comí el T-Bone (o como ellos dicen, chuleta de buey) más sublime que se pueda comer, condimentado con sal gruesa y nada más, una guarnición de verduras asadas condimentadas con sal gruesa y nada más. Acompañado con pan y vino de la Ribera del Duero, que se da de topes con cualquier otro tinto del mundo. Si usted es vegetariano, querido lector, llévese un paquete grande de zanahorias si piensa visitar "Castilla La Vieja".

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