La llegada a Santiago de Compostela.
Llegué al monumento de Cruz de Hierro. Situado en lo alto de una colina muy cerca de la frontera entre Castilla y Galicia, es un punto "obligado" de pausa y reflexión para los peregrinos. Galicia marca la última frontera. Cruz de Hierro es el inicio de la última etapa del Camino de Santiago. Es un poste de madera de unos 15 metros de alto con una cruz de hierro en la parte superior. El poste de madera y varias rocas en su base están llenos de recuerdos, promesas, fotos y símbolos de otros peregrinos. George el escocés era un afable hombre de Glasgow que tendría treinta y pocos años. Lo conocí en el albergue de León y me pidió de favor ir juntos a la siguiente etapa. Él también iba haciendo El Camino en bici. Tenía George la teoría de que uno se cansa menos si se va hablando y en compañía de otros que si se va solo. A la media hora de ir por el camino juntos, me percaté que no me escuchaba ni una sola palabra de lo que le decía. George simplemente tenía la necesidad de ir hablando en un monólogo para él vigorizante. Y así se fue hasta que llegamos a Cruz de Hierro juntos. George tenía un marcador consigo. Tomé una roca lisa, escribí mi nombre seguido del siguiente texto: "Torreon (Mex) / Stockholm (SWE) Aug '14" y le entregué el marcador a George, quien fue mucho más ambicioso con su mensaje en la roca. Escribió un viejo poema de un guerrero escocés que ha sido empleado también como herramienta de motivación en el mundo del deporte:
"Carry on, Sir Andrew said. A little I'm hurt but not yet slain. I'll just lie down, think some, bleed a while. And then I'll rise to fight again".
"Sigan adelante, dijo Sir Andrew. Estoy un poco lastimado pero aún no he muerto. Sólo me acostaré, pensaré algo, sangraré un rato. Y luego me levantaré para pelear de nuevo".
Me encanta ese poema. Y lo conocía bién. No supe interpretar el sentimiento cuando vi a George escribirlo. Ya que era "obligado" reflexionar en Cruz de Hierro y que estaba rodeado de promesas escritas en piedras, me propuse volver a hacer El Camino de Santiago, esta vez cuando mis hijos tuvieran la capacidad física de hacer el viaje y la capacidad mental de entenderlo. También con mis sobrinos, mis hermanos, mis padres y quien forme parte de mi familia en ese momento. Me gustaría que hicieran, probaran y vieran todo lo que yo hice. No puedo pensar en un mejor regalo para ellos. Mi estimación inicial desde París a Santiago eran alrededor de mil 500 km. La nota final sería mil 920 km. Al dejar Cruz de Hierro, estaba a 230 km. de Santiago, sabía que ya nada, ni nadie me impediría completar el viaje. Si tenía que cargar la bici el resto del camino, me sentía con las energías y la motivación de hacerlo.
Uno de los códigos de oro del viajero dice que "Lo que importa no es el destino, sino el viaje". Así que aún antes de llegar a Santiago, ya estaba satisfecho. No esperaba nada en especial del destino. Tuve la enorme suerte de llegar un viernes 15 de agosto. Los viernes, en la misa de las 19:30, es cuando accionan "El Botafumeiro". Ese enorme incensario que mediante una cuerda y una polea se mueve en péndulo por las naves laterales de la Catedral. Fue concebido para disimular los olores de los peregrinos de la antigüedad, a quienes les era permitido dormir en las catedrales antes que existieran los albergues equipados con regaderas, baños y agua corriente. Durante la misa, el Padre dio la bienvenida a los peregrinos, pero sobre todo, a un peregrino especial. Un padre de familia andaluz había hecho El Camino llevando a su hija paralítica y con alguna discapacidad mental desde su pueblo hasta Santiago. Hay un sistema de video de circuito cerrado en la Catedral. Para cuando voló el Botafumeiro, las cámaras se enfocaron en la niña. ¡Estaba que no cabía de feliz! La Catedral, llena de la más variopinta masa de peregrinos, con el cuerpo roto, con los kilómetros y vivencias encima, feliz de haber llegado a Santiago, echó el grito al cielo en ese momento. ¡Se sentía que la Catedral se venía para abajo! El ambiente era indescriptible. El ambiente de celebración continuó a las afueras de la Catedral aún terminada la misa. Con cantos y bailes espontáneos en varios idiomas. Con la música de gaitas y tambores de una agrupación de música tradicional gallega que se dio cita afuera de la Catedral. Así como en los albergues y a lo largo el Camino, había Católicos, Protestantes, Judíos, Musulmanes, Ateos, Ortodoxos, parejas gay. Todos los continentes estaban representados y todos estaban celebrando la llegada a Santiago. Sé que el mundo no es así, pero hay momentos y lugares en el que el mundo es como debería de ser. Santiago es uno de ellos.
Los dejo con una frase que me dijo uno de los peregrinos: "No sé lo que se necesita para ser feliz, lo que sí sé es lo que hace imposible la felicidad, así que evita esto majo no importa lo que te pase: ¡Nunca te amargues y nunca seas pobre!".