El camino hacia el arte

La pintura mexicana está llena de historias que acompañan obras magistrales en el desarrollo artístico de un país, si bien la historia nacional es un peso sumamente fuerte que nutre el imaginario de los autores, se puede considerar que en el caso específico de México la historia le jugó para bien y para su propia demora.

El México imperial de Maximiliano y el Porfiriato, fueron periodos de considerable avance en el cual las artes tenían el objetivo de mejorar la imagen internacional y el grado de cultura con el que contaban los habitantes y de alguna manera satisfacer las necesidades de una población, pequeña, pero que requería material estético para las nuevas y bellas construcciones de la época. Se puede decir que estos periodos la pintura tuvo un esplendor significativo principalmente en el porfiriato, en el cual se pretendió que la nación tuviera el mismo nivel de civilización y cultura que en Europa. Y en gran medida se logró con los incentivos adecuados pero las revueltas detuvieron este proceso, aunque fueron también las semillas que habrían de germinar en el conocido nacionalismo y que posteriormente impactaría a las exposiciones fuera del país.

No cabe duda que en México hay tres grandes (Rivera, Orozco y Siqueiros) pero sería una lamentable pérdida que sólo se consideraran las obras de ellos como grandes. Tamayo es un nombre grande también, pero existen nombres que aunque se encuentren menos difundidos no pueden quedarse fuera de ser llamados grandes, pues muestran un arte distinto a lo que estamos acostumbrados en el arte oficial o tradicional.

Uno de los autores que atravesó por este navegar que es la pintura, con magníficas obras tiene un nombre poco divulgado, incluso es uno de los pocos pintores del norte del país que en la época fue hasta la capital para formarse. Nacido en Durango Capital en el barrio de Analco, (1886-1946) se va muy joven a la capital a estudiar pintura en la escuela de Bellas Artes, donde coincide con Rivera.

Pero a los 18 años se va becado a Europa y pasa por las escuelas de París, Bruselas, Italia y España que serán para él una gran influencia dentro de sus temáticas. Es así como Ángel Zárraga Argüelles emprende un fértil viaje en el que tomó de las vanguardias inspiración que lo convierte en un pintor moderno con una gran técnica.

Se ve influenciado por el cubismo, sin embargo Picasso no tenía una muy buena impresión de él, aunque por otro lado había quienes le llamaban ángel de cubismo como Apolinaire. En su estancia en Europa es muy solicitado para hacer murales en castillos e iglesias y en la embajada de México en París y la Catedral de Monterrey, N.L. tiene uno de sus murales.

Su repertorio de obras es la muestra tangible de cómo en su viaje probó las diferentes vanguardias que se encontraban actuales en ese tiempo. "El hombre del paraguas" (1906) es una pintura cromáticamente obscura dentro del realismo español otra pintura que representa el primer periodo de aprendizaje es "La femme et le patin" está orientada al decadentismo y puede apreciarse la figura de la mujer misteriosa además de que está inspirada en la novela de Pierre Luoys "la mujer y el pelele". Tuvo a su vez una influencia de Velázquez en "El pan y el agua" a manera de autorretrato. Otra pintura de corte moderno es la del "El martirio de San Sebastián" en la cual presumiblemente el modelo es Amedeo Modigliani con el cual entabló amistad. De 1915 en adelante su obra se matizó de las diferentes corrientes vanguardistas los colores se tornan en su aliado que realza los temas plasmados. De hecho incluye temas que no se habían visto hasta entonces como imágenes de deportistas: jugadores y jugadoras de rugby o futbol, lo que pone de manifiesto una clara innovación temática.

Ver su obra es ver una síntesis de la vanguardia europea sin perder la identidad de sus lienzos, es ver el proceso de desarrollo de un artista y sobre todo es ver que en la época había quienes (no solo él) tenían la técnica y la creatividad para estar a la altura de una exigente crítica, no está de más mencionar que de cinco obras que presentó en París, dos fueron ganadoras de reconocimientos.

Si su nombre y obra es poco conocida en el país, puede deberse a que pasó gran parte de su vida en otro continente, pero afortunadamente se retoman las pistas de aquéllos que por causas diferentes no figuran en las listas de los más conocidos pero que su obra es merecedora de ser reconocida.