Un reportaje sobre el agradecimiento de conductores en Japón llamó la atención recientemente, consiste en que el conductor cede el paso a otro similar para que éste al final a manera de agradecimiento encienda las luces intermitentes de su coche para "dar las gracias simbólicamente". Inmediatamente después de leer el artículo con atención, Salí a la calle alegremente y pensé que los conductores de la laguna nos habíamos contagiado del reportaje así como lo hacemos cuando nuestro equipo verdiblanco y ahora el equipo naranja ganan un partido importante y salimos a la calle a demostrar nuestra alegría. Pero no, desafortunadamente lo que me encontré es uno que otro recordatorio de 10 de mayo al cruzar una avenida concurrida, dos tres cortes de manga por querer cambiar de carril y en el peor de los casos la indiferencia disfrazada del conductor cuando le quería pedir el paso.
A esto se le ha llamado malamente el espíritu taxista, digo así no porque los taxistas en la laguna ya manejen mejor, sino porque también nosotros formamos parte de esos conductores medio salvajes que hacemos del pavimento nuestro lienzo donde dibujamos nuestros enojos o frustraciones que generalmente tienen su origen en nuestra casa, con la pareja, los hijos, la falta de dinero o incluso una mala noche de una relación sexual prometedora que es negada por el enésimo dolor de cabeza.
Podrá pensar mi estimado lector humedecido no sólo por las lluvias, sino por el drenaje incontrolable en la Ciudad Jardín y Gómez Palacio que ni los sendos informes de gobierno lograron controlar, que haremos de ésta su columna una de las reglas del buen manejo, pero parece que el culpar a otros de lo que nosotros mismos no hemos podido modificar se vuelve un deporte nacional.
Obviamente no tendríamos que ser agentes de vialidad para tratar de manejar de manera adecuada, tratando de ser gentiles, si bien no sonrientes ni positivos, sí cordiales, educados al conducir, cediendo el paso a los otros además de respetar los límites de velocidad.
Para esto es necesaria en primer lugar una planeación de nuestras actividades y salir con tiempo de nuestro hogar o de nuestro trabajo para no exceder los límites permitidos.
En segundo lugar yo pondría el enganche emocional como un punto trascendental, ¿a qué nos referimos con este enganche? A tratar de que nuestros problemas no se viertan en el volante y encontremos en otro conductor, otro "enganchado" con el cual proyectemos nuestros problemas y terminemos con exceso de velocidad, rebases riesgosos, distracciones o incluso llegar a los golpes que a nadie benefician y mucho menos solucionan las cosas.
Hablar de contestar el celular, maquillarse, tomarse una selfie, cambiar de estación de radio son temas tan trillados y tan poco resueltos que decirlo está de más. Sólo unas preguntas sencillas a resolver ¿Qué mensaje por responder puede ser más importante que el poner en riesgo su vida? ¿Qué selfie no puede esperar más de 5 minutos para ser subida a la red? Si el novio les exige que el whatsapp debe de ser respondido después de ver las dos palomitas en su celular, créanme no es alguien que vale la pena, porque pone en riesgo la conducción del automóvil por no poner en riesgo su autoestima.
Planeación, tolerancia, y no engancharse, ah y sobre todo no compensar a los hijos nuestra falta de tiempo con un choche último modelo cuando no saben manejar su cuerpo, mucho menos un auto. Recomendaciones pocas, lo sé, pero suficientes para que no salga dentro de nosotros el Checo Pérez que llevamos dentro en pleno periférico.