Conversando hace algunos días con un compañero instructor del gimnasio me contaba su visión acerca de la situación actual de México y la de muchos habitantes, en ese momento llega otro compañero que interrumpe la conversación, por ello dejamos el tema para otra ocasión y enseguida nos despedimos. Algunos días después, me reencuentro con dicho instructor y tratando de reiniciar la plática interrumpida por el tercero en cuestión, ante mi intento por revivir la plática anterior, le abordo interesado y su respuesta es la siguiente -"no me acuerdo". Me sorprende un poco y él asume con toda sinceridad a modo de disculpa el argumento de conocer mucha gente, lo que le dificulta recordar nuestra plática.
Esta situación, que para muchos parece realmente intrascendente, y verdaderamente lo amerita; lo traigo a colación, ya que sugiere un recordatorio importante. "Nuestra percepción, no es más importante que la de otros, aunque en muchas ocasiones realmente nos sentimos y creemos el centro del universo".
Le escribo esto, mi estimado lector asiduo al monte de piedad o bazares circunvecinos, porque el argumento el mundo es tal como lo percibimos parecería algo común, pero que nos lleva a un sinfín de conflictos y broncas que ulteriormente terminan en divorcio, silencios prolongados, riñas y discusiones sin final, hasta resentimientos milenarios.
Podría pensar en el ejemplo de cuando alguien no pela mi conversación como yo lo hubiera hecho, o no le da la importancia que desde mi punto de vista se le debería de haber otorgado. ¿Qué pasa? Automáticamente asumo que la otra persona no me quiere, no le importo o de plano ni en el mundo me hace. Cuando en la realidad del otro, ya sea: la pareja, el jefe, el padre, o el amigo; el tema, la frase o la conversación sencillamente no resulta relevante.
Imagínese usted al marido que se dirige a casa esperando cenar muy rico unos huevitos rancheros con frijoles refritos o ya de perdis un café calientito con galletas, después de un largo día de trabajo, en el que hubo de todo: peleas, discusiones, clientes molestos, un tráfico infernal, perros ladrando, etcétera. En su cabeza, el marido piensa que su mujer lo comprenderá y que se mata todo el día en la calle, por lo que merece recibir lo mejor, atendiéndole con todo el decoro y reverencia como rey de la casa, mientras que en la cabeza de la mujer circularán por su mente otro sin número de preocupaciones pudiendo nombrar: la tarea de los hijos, la ropa que habrá que planchar al día siguiente, los pendientes del trabajo y en lo que le sucedió al helicóptero de Laura Bozo. Al llegar, no encuentra la suculenta cena y el marido pensará que la esposa no lo quiere, ya no le importa nada y que haga lo que haga nunca será suficiente, pues no lo valora. ¡Falso! Lo que sucede es un problema de percepción egocéntrica, en que una persona no toma en cuenta el parecer o sentir del otro.
Me viene a la cabeza en este momento nuestros gobernantes ¿usted cree que nos tomen en cuenta? ¿Conozcan nuestras necesidades? ¿Serán empáticos con nuestros más grandes anhelos? Se la dejo de tarea. Otro ejemplo lagunero para reflexionar ¿Qué decimos cuando el equipo de futbol Santos Laguna no gana un partido? Jugaron muy mal, se desconcentraron, le quieren tender la cama a Joaquín Sabina, perdón al entrenador del Santos, no le echan ganas, etcétera. Oiga, ¿y el otro equipo? ¿No cuenta? ¿No jugó? De nuevo, vemos el mundo sólo desde nuestra perspectiva.
Hace algunos ayeres cuando este tecleador era todavía estudiante, en un congreso de psicoanálisis, donde todos los asistentes parecen Freud, un conferencista decía algo maravilloso: "la humanidad ha tenido tres grandes golpes a su egoísmo, primero descendemos del chango, segundo nuestro planeta no es el único del sistema solar, y por último no somos dominados por nuestro consciente, sino por el inconsciente. ¡Zas!
Sé que muchos, no aceptamos la teoría de nuestro origen y confiamos en descender de algo divino, aunque acá entre nos, luego ve uno a personas que se quedaron entre el Neandertal y el humano, ¿a poco no? Y desde luego no por el físico, pero la invitación sería a percibir la vida con otros ojos de vez en cuando, tratando de tomar en cuenta la opinión, los sentimientos de los demás. Lo anterior, no es un ejercicio para pensar como ellos, pero sí para aceptar, tolerar y respetar la idiosincrasia de los demás, que mucha falta le hace a este país cada vez más polarizado y caótico. ¿Cómo ve?
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