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El ejemplo de Suecia

OPINIÓN / JAQUE MATE

El ejemplo de Suecia

El ejemplo de Suecia

Sergio Sarmiento

Suecia es presentada con frecuencia como un ejemplo a seguir para México y otros países en desarrollo. Sin embargo, quienes lo hacen no se dan cuenta de que ese país nórdico ha tenido que sufrir una transformación para recuperar el crecimiento económico que había perdido debido a que tenía las políticas que hoy el gobierno mexicano ha impuesto.

Suecia aprovechó la prosperidad construida a base de esfuerzos durante siglos para establecer un generoso sistema de bienestar social en la segunda mitad del siglo XX. Si bien esto hizo que el país tuviera un nivel excepcional de protección a las personas, desde la cuna hasta la muerte, fue deteriorando la productividad de la economía de manera gradual. Lo que en un momento fue la cuarta economía del mundo, en 1993 era ya la decimocuarta (Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles, CREES).

Para los años noventa, el deterioro de la economía sueca era notable. Los gastos del gobierno llegaron a representar el setenta por ciento del producto interno bruto. El crecimiento de la economía era marcadamente inferior al del promedio de los países desarrollados. El sector privado dejó de generar empleos. Los beneficios sociales eran tan generosos, y tan fuertes los impuestos y el déficit de presupuesto, que nadie invertía en actividades productivas.

A principios de los años noventa, una fuerte crisis económica obligó a los suecos a repensar su filosofía económica y social. El déficit de presupuesto alcanzó el once por ciento del producto interno bruto, uno de los más altos del mundo. La deuda pública se elevó al setenta por ciento del PIB. Una crisis bancaria debilitó toda la estructura productiva del país. Las opciones eran reformar el sistema o dejar que el país perdiera su nivel de desarrollo.

Suecia no desmanteló su popular sistema de bienestar social, el cual tiene un respaldo político importante entre la población, pero sí lo ha vuelto sostenible en el largo plazo, al tomar medidas para eliminar el déficit de gasto público. Éste se redujo gradualmente en los años noventa hasta alcanzar un nivel de equilibrio o incluso de superávit en el siglo XXI. Lo anterior ha permitido que la deuda pública se reduzca a 38 por ciento del PIB, uno de los niveles más bajos de Europa.

El impuesto sobre la renta a las personas físicas sigue siendo muy alto en Suecia, con una tasa de 56 por ciento contra el 61 por ciento que existía con anterioridad, pero el impuesto a las empresas ha bajado radicalmente de 52 a 22 por ciento. Esto ha permitido que se restablezca la inversión privada en el país.

Efectivamente, Suecia debería ser un ejemplo para México y otros países, pero con la información correcta y actualizada. El incremento a los impuestos que se ha impulsado en nuestro país, y que se está aplicando a partir de este 2014, no es una medida que refleje la actual filosofía del gobierno sueco, sino la que metió en problemas económicos al país hace años.

El impuesto sobre la renta para empresas fue quizá la clave para recuperar la competitividad de la economía sueca. Hoy Suecia tiene una tasa de impuesto sobre la renta para empresas de 22 por ciento, como se señala más arriba. En cambio, en México es de treinta por ciento, a lo que hay que añadir diez por ciento en el retiro de dividendos y diez por ciento adicional de reparto de utilidades. México tiene así el nivel de impuestos que tenía Suecia cuando su economía se desplomó.

La pregunta es si habrá que esperar un nuevo colapso de la economía mexicana para impulsar las reformas que Suecia ha estado aplicando durante los últimos años.

Twitter: @sergiosarmient4

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