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El ejemplo

No hagas cosas buenas…

ENRIQUE IRAZOQUI

Esta semana amanecimos con la novedad de que el obispo de Saltillo, don Raúl Vera, decidió en Monclova, Coahuila, otorgar el sacramento -bajo la fe católica por supuesto- del bautismo a una niñita que fue engendrada vía inseminación extrauterina a una pareja de mujeres homosexuales que contrajeron matrimonio en el Distrito Federal, donde la ley permite que esa institución -el matrimonio- proceda tanto para heterosexuales así como para parejas del mismo sexo y por lo cual contengan la posibilidad de la adopción o en su caso la fecundación vía extrauterina.

El hecho no debería pasar más allá de un asunto anecdótico, pero dio pie por supuesto a que los comentarios causaran polémica en las redes sociales, plataforma moderna donde se le puede tomar el pulso a cierto segmento de la población.

Cada quien por obvia naturaleza tiene derecho a expresar su opinión de este y de cualquier tema, la limitante debe ser el respeto y derecho a réplica a quien se le recrimina o cuestiona la postura en análisis. La naturaleza misma de la Internet y todas aquellas plataformas que de ella han derivado han propiciado en muchos foros se permita la expresión de las ideas desde el anonimato, cosa que de suyo si bien resta formalidad e importancia al debate en cuestión, sirve para tener un termómetro del sentimiento o postura de un segmento de la población, aquella que tiene acceso al mundo cibernético.

Así pues, ha sucedido esto con el asunto de la primera nenita que el prelado saltillense decidió darle el primero de los sacramentos de la fe católica: el bautismo. Esto por supuesto como se expresó líneas arriba causó todo tipo de expresiones: desde aquellos que lamentan y condenan que el haber bautizado a la bebé en el estado, es un paso más hacia la descomposición absoluta de la sociedad convencional, así como aquellos que celebran que en Coahuila se haya dado un paso más en esta ola de "liberación" y modernización del pensamiento.

En esta andanada de expresiones acerca de la hija de las lesbianas que recibió el primero de los sacramentos católicos, el mismísimo gobernador Rubén Moreira aprovechó para expresarse y felicitar al obispo Vera por haber otorgado la gracia del bautismo a la bebé.

Este tema por supuesto polémico, se exacerba más cuando aparece la intromisión del gobernador Moreira en un asunto que le atañe sólo a la grey católica, violando el elemental principio de la separación entre iglesia y estado. Rubén Moreira precursor de legislaciones "vanguardistas" como ésa de permitir la institución del matrimonio entre seres del mismo sexo, no pudo contenerse y envió una pública felicitación al prelado Vera por haber bautizado a una pequeñita indefensa, cuya patria potestad es derecho de un par de damas. Se atrevió a decir que todos somos iguales ante los ojos de Dios, cosa de suyo inapelable para aquellos que creen que el amor de Cristo no tiene cortapisa alguna para cualquier ser humano.

Lo malo es que una autoridad civil -la más importante del Estado- lance ese comentario para una comunidad eclesiástica, a la cual, si don Rubén desea permanecer, tiene todo el derecho del mundo de hacerlo, pero eso sería en su esfera personal, no desde su posición como máxima autoridad política de Coahuila.

En este asunto espinoso, en lo particular celebro y comparto la decisión del prelado Vera de haber bautizado a la chiquita. A final de cuentas ¿qué responsabilidad puede tener ella de su particular estatus original? Lo que no se le puede negar es su condición de ser humano, y bajo la filosofía de Jesucristo, ella como todos, debe recibir el amor del prójimo, así que congratularse -para los católicos- que don Raúl haya procedido de esa manera.

En cambio, para el gobernador, habría que recordarle las palabras de Jesucristo -lo puede tomar si no es creyente como un mero profeta o al menos como un filósofo- en cuanto aquello de que "dar al César lo que de César y a Dios lo que es Dios", como regla inquebrantable. Así que si él -Rubén Moreira- decidió que en Coahuila vale casarse entre seres del mismo sexo (contraviniendo toda naturaleza de la religión de Raúl Vera), no es válido que ante este hecho controversial haya apelado a eso de que todos somos hijos de Dios.

Rubén Moreira ha ordenado legislar en otro sentido al credo que hoy pastorea el Papa Francisco, ojalá entonces comprenda que no se le puede admitir expresarse de modo alguno eclesiástico, hasta entonces deje su investidura. No se puede ser católico a ratitos, si la fe no es el sistema gobernante, donde todo es permitido dependiendo de las circunstancias. Eso no impide festejar que la niña bautizada haya entrado según el sacramento recibido, al reino de Dios.

Hay que hacer votos entonces por mantener la necesaria separación entre iglesia y estado, y que el primero en poner el ejemplo sea el mismísimo gobernador.

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