En memoria de Tere Espinoza, madre, abuela y bisabuela amorosa, lectora y mujer liberal
Un fantasma recorre la Universidad de Harvard: el fantasma de Felipe Calderón y su obsesión con defender las acciones que tomó como Presidente de México, su legado, ante las críticas que se generan.
Justo cuando el gobierno de Peña Nieto busca cambiar la imagen de México en el mundo, con la narrativa de las reformas estructurales, el "moviendo a México", y dejar de hablar de la guerra contra el narco y la violencia en los medios internacionales, en el área de Boston-Cambridge el expresidente panista aprovecha cada evento al que va para hablar sobre la guerra que nos dejó y sobre la estabilidad macroeconómica que su gobierno cuidó-y que Josefina no supo vender en la elección de 2012.
En noviembre de 2012, poco antes de regresarle Los Pinos al PRI, se anunció en un comunicado que Calderón se integraría como asociado en la escuela de gobierno "John F. Kennedy " de Harvard, invitado por el programa "Angelopoulos de Líderes Públicos Globales", que también tiene como asociado al polémico expresidente ecuatoriano Jamil Mahuad, quien tuvo que abandonar su país en el año 2000 por presiones de la población y por una rebelión militar. En ese comunicado se recoge una declaración de Calderón, que resume lo que ha sido su estancia universitaria: "Esta invitación será una oportunidad tremenda para mí para poder reflexionar sobre mi sexenio, para conectar con académicos y estudiantes en Harvard y para iniciar el trabajo de documentación sobre los desafíos que enfrentamos y las posturas de política que desarrollamos durante mi gobierno". En otras palabras, nadie puede decir que Calderón no lo advirtió.
El problema es que mientras que los estudiantes de la Asociación Mexicana de Estudiantes en Harvard buscan hacer eventos para mostrar que México es mucho más que su guerra contra el narco y la violencia, que en el país ocurren millones de historias de éxito todos los días, que hay una sociedad civil vibrante que combate la corrupción, otra que busca mayor transparencia, una más que defiende los derechos sexuales y reproductivos, otra que abre judicialmente el camino para el matrimonio igualitario en todo el país, una sociedad organizada que defiende la libertad de expresión de los periodistas, otra que busca justicia por los niños de la Guardería ABC, el fantasma de Calderón no permite que estas historias se conozcan.
Tan sólo hay una anécdota que varios estudiantes recuerdan. Durante su primera conferencia en la Kennedy, Calderón habló sobre las "maravillas" de su sexenio, pintó un país espectacular y defendió a ultranza su política antidrogas. Al final de su plática, ningún estudiante mexicano pudo hacer preguntas. Sólo se pasó el micrófono a los estudiantes de otras nacionalidades, para evitar cualquier crítica al más notable de los mexicanos en Harvard.
Mientras el exmandatario alista su regreso a México, en Harvard los estudiantes preparan una conferencia latinoamericana para abril y ya invitaron a funcionarios de toda América Latina, incluido Luis Videgaray. Varios se preguntan cómo hacer para que Calderón no haga ruido y acapare la atención en ese encuentro.
Como señalan autores de liderazgo presidencial, como Joseph Nye, Liébano Sáenz, Michal Genovese, entre otros, los expresidentes siempre buscan cuidar la narrativa de sus legados. Calderón tiene todo el derecho de hacerlo. También es cierto que en Harvard hay mexicanos que lo defienden y que esperan ansiosos que Margarita Zavala sea diputada en 2015 y candidata presidencial en 2018. Es cierto, sólo que la mayoría de esos mexicanos está aquí gracias a la "beca Calderón", como exfuncionarios, y algunos ya son reclutados para la nueva cruzada climática calderonista y para el "proyecto Margarita". Sin embargo, no todos son calderonistas ni todos son conservadores. Al contrario.
Ojalá que Calderón se quedara todo el sexenio en Harvard, que se concentrara en preparar esos documentos académicos que revisan su sexenio y que dejara al PAN sin su influencia, que ha radicalizado a ese partido a tomar posiciones de ultraderecha conservadora, alejándolo de los jóvenes menores de 30 años que no se identifican con los valores que Calderón pregona. Un PAN más liberal, un PAN menos furiosamente conservador y un PAN autocrítico, independiente y crítico del gobierno en turno es lo que necesita la política en México. Ojalá que el fantasma se quede en los pasillos de la Kennedy.
Politólogo e internacionalista
Twitter @genarolozano