Reino Unido.
Una identidad a prueba de los mejores sistemas de espionaje, un discurso visual antisistema y una postura irónica ante casi cualquier situación, son algunos de los elementos que conforman la personalidad de quien es hoy el mayor exponente del street art, el movimiento contracultural más importante desde el punk.
Tanto las autoridades como gran parte de la sociedad ven al grafiti con desagrado, lo consideran un atentado a la infraestructura urbana y una amenaza para el orden público. Sin embargo, es innegable que hay algunos que sorprenden ya sea por su técnica, colorido, composición estética, por la dificultad que implicó su elaboración, por la cantidad de veces que se encuentra repetido en la ciudad, o incluso por la carga política o invitación a la reflexión con que cuenta, lo cual nos lleva a plantearnos una serie de preguntas acerca de su valor artístico.
GRAFITI Y ARTE URBANO
El término grafiti engloba diversas formas de inscripción o pintura realizadas ilegalmente sobre el mobiliario urbano y está asociado al movimiento surgido en Estados Unidos y popularizado en el mundo a partir de la década de los sesenta, el cual consistía básicamente en grabar la firma de un autor en el mayor número de lugares posibles, mientras que el de street art (arte urbano) se utiliza para describir el trabajo de artistas callejeros que aunque comparten algunos principios con los grafiteros, van un poco más allá al convertir el espacio urbano en una gran galería, una suerte de museo al aire libre donde sus creaciones pueden sorprender a los espectadores con un mensaje más elaborado.
Los artistas urbanos con frecuencia hacen uso de técnicas como el estarcido (stencil), los pósters, las pegatinas y los murales, empleando para la elaboración de cada obra materiales como pinceles, pinturas sintéticas, aerosoles, fibras, tintas indelebles, tizas, crayones y brochas gruesas. Pero no se limitan sólo a eso, sino que van buscando nuevos métodos y materiales que se adapten a lo que quieren expresar.
El origen del street art se ubica en París a mediados de los años sesenta, pero se le comienza a percibir como fenómeno global hasta mediados de los noventa. Entre los primeros artistas urbanos están Ernest Pignon, John Fekner, Hugo Kaagman, Jef Aerosol y Blek le Rat, quienes pasaron la estafeta a artistas como Shepard Fairey, C212, y quien actualmente es quizá el mayor exponente del art street a nivel mundial: Banksy.
EL ARTISTA MISTERIOSO
Banksy es el seudónimo del enigmático, escurridizo y muy cotizado artista urbano que se ha convertido en todo un fenómeno del arte contemporáneo. En pleno siglo XXI, donde los países avanzados implementan sofisticados sistemas de vigilancia -que rayan en el espionaje- bajo el pretexto de garantizar una mayor seguridad a sus ciudadanos, resulta casi increíble que la identidad de un simple grafitero permanezca oculta.
Quien se esconde tras la firma de Banksy ha optado por el anonimato, con el objetivo de poder seguir dedicándose a lo que le gusta. Ha declarado que la naturaleza ilegal del arte urbano exige secreto y, por lo tanto, el hecho de desenmascararse a sí mismo sería como salir a dar una confesión firmada por sus crímenes de arte. En ese sentido, son pocos los datos biográficos que se conocen de él. Se sabe que es británico, la mayoría ubica su infancia en Bristol, Inglaterra y, de acuerdo al retrato que de él hizo un reportero que tuvo la oportunidad de entrevistarlo frente a frente en 2003, debe tener 38 años, aproximadamente.
Comenzó como grafitero de aerosol a finales de los años ochenta, hasta que una noche en que estuvo a punto de ser capturado por la policía, se convenció de que tenía que encontrar una forma de pintar más rápido para poder huir, adoptando, por consiguiente, el stencil como técnica principal. A partir de entonces, comenzó a llenar las calles y el espacio urbano de Inglaterra con sus plantillas de ratas y monos que, en un inicio, únicamente se fundían con el paisaje urbano desobedeciendo sus restricciones.
EL SELLO BANKSY
Posteriormente, Banksy fue desarrollando un discurso visual que se apropia de figuras de la cultura pop y personajes cotidianos para transmitir mensajes un tanto subversivos, que critican el abuso del poder o desafían las reglas morales de esta época y denuncian el cinismo de la sociedad ante la desigualdad. Asimismo, plantea reflexiones acerca del consumismo, la guerra, la niñez y el medio ambiente.
Es difícil no ubicar mentalmente imágenes emblemáticas de Banksy, como aquella de Mickey Mouse y Ronald McDonald acompañando a una sobreviviente vietnamita, a la mucama escondiendo la basura tras la pared, al guerrillero que lanza ramos de flores, o a los dos policías besándose apasionadamente. Pero las imágenes no constituyen todo el mensaje en sí.
En muchas ocasiones, Banksy se vale de cada elemento que conforma el espacio que interviene, así como su carga simbólica, para resaltar sus obras, haciendo de ellas un desafío para las autoridades, como por ejemplo la intervención que hizo en el muro de Gaza en 2005, misma que lo convirtió no sólo en un fenómeno noticioso, sino también comercial, al catapultarlo a la fama internacional; así como las ocasiones en que se coló disfrazado en algunos museos como el Louvre en París; el Natural History Museum, el British Museum y la Tate Gallery, en Londres; y el Brooklyn Museum, el Metropolitan Museum of Art y el Museum of Modern Art (MoMA) en Nueva York, para colgar obras propias llenas de sarcasmo al lado de venerables piezas.
Otras veces memorables en que ha logrado burlar la vigilancia sucedieron en 2006, cuando logró colocar un muñeco vestido de anaranjado, en alusión a Guantánamo, en un parque de Disney; y en octubre pasado, en su más reciente visita a Nueva York, en la que a pesar de la orden que dio el alcalde Michael Bloomberg a su policía de arrestar al grafitero, éste pudo realizar casi una obra o performance por día, durante un mes.
DE LA CALLE A LAS GALERÍAS
Banksy parece no dar mucha importancia a la capitalización económica de su talento; ha realizado pocas exposiciones, aunque muy significativas: Barely Legal, (Los Ángeles, 2006); Village Pet Store and Charcoal Grill (Nueva York, 2008) y Banksy vs Bristol Museum (2009). No obstante, la fama que ha cosechado ha provocado que sus obras ahora formen parte de las galerías de arte y se coticen en miles de dólares en subasta (según el sitio web de la casa Sotheby’s, el 13 de febrero de 2013 una obra de Banksy se vendió en 397 mil 250 libras esterlinas, alrededor de 8.5 millones de pesos mexicanos), con compradores como Angelina Jolie y Brad Pitt, lo que se constituye como una paradoja para el discurso antisistema que lo hizo famoso, y que incluso le ha valido el surgimiento de un grupo de detractores dispuestos a eliminar sus pintas.
NUEVA YORK: EL RETORNO DE BANKSY
Dispuesto a sacudirse esa carga, el artista urbano visitó la Ciudad de Nueva York en octubre de 2013, para poner en marcha el proyecto “Better out than in” (Mejor afuera que adentro), donde pone de manifiesto su lucha por lograr el equilibro entre el éxito comercial y la integridad artística.
“El éxito comercial es un signo de fracaso para el grafitero”, declaró en una entrevista vía correo electrónico para la revista Village Voice, donde revela su intención de abandonar por completo las galerías y subastas para regresar permanentemente a sus raíces como artista callejero.
Twitter: @gsi_k