Durante gran parte de este año la tranquilidad en los mercados financieros y el apetito de los inversionistas no parecía perturbarse por evento alguno, ni siquiera por los diversos conflictos geopolíticos en el este de Europa y en el Medio Oriente.
La volatilidad de los mercados bursátiles, de bonos y de monedas, se ubicó por muchos meses en niveles muy bajos, en algunos casos, los más bajos en la historia, lo que reflejaba bastante complacencia de los inversionistas, que estaban subestimando la velocidad con la que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EU) pudiera elevar las tasas de interés.
Janet Yellen, en su testimonio ante el Congreso estadounidense en el mes de julio, externó su deseo de que los inversionistas estén preparados para la posibilidad de que la Fed eleve sus tasas de interés más pronto de lo que actualmente esperan. Aun así, por varios meses los mercados no tomaron en serio esta advertencia.
En efecto, los mercados de futuros diferían hasta mediados del mes pasado con las previsiones de la Fed para el nivel de la tasa de los fondos federales. Los futuros la estimaban en 0.74 por ciento para diciembre de 2015, mientras que los miembros de la Fed la ubicaban en 1.38 por ciento. Lo mismo sucedió con las previsiones para diciembre de 2016, donde los futuros esperaban una tasa de fondos federales de 1.80 por ciento, frente al 2.88 por ciento de los miembros de la Fed.
La situación comenzó a cambiar en la segunda mitad de septiembre, cuando una serie de buenas noticias económicas en EU llevaron a una caída de los mercados bursátiles y una apreciación del dólar frente al euro y el yen japonés, así como en relación con las monedas de las naciones emergentes, incluyendo al peso mexicano.
Esta mayor sensibilidad de los mercados financieros a la expectativa de un alza de tasas en EU quedó todavía más de manifiesto el miércoles de la semana pasada, cuando después de conocerse las minutas de la reunión de la Fed de septiembre (con comentarios en favor de ser pacientes antes de elevar las tasas) se depreció el dólar y subieron los precios de las acciones.
Por ejemplo, la cotización de la divisa estadounidense en nuestro país, que se ubicaba hasta el mediodía de ese miércoles en 13.498 pesos, cayó hasta 13.312 pesos al cierre de la jornada bursátil.
Las minutas, sin embargo, no impiden que la fuerza inesperada de la recuperación económica estadounidense pudiera, de cualquier manera, acelerar el calendario de alzas de las tasas de interés. Eso y el deterioro del panorama en Europa fueron suficientes para que la preocupación regresara a los mercados al día siguiente.
Estos comentarios muestran que la reacción de los mercados bursátiles y de divisas en estas semanas responde claramente a la incertidumbre que ahora rodea la evolución esperada de las tasas de interés en EU, donde unos miembros de la Fed se inclinan por actuar pronto, mientras otros prefieren hacerlo hasta asegurarse que la economía pueda tolerar un mayor costo del crédito.
Claro, siempre es posible que el deterioro de la situación en Europa y una no esperada debilidad en EU pudieran hacer cambiar de opinión a la Fed. Por ahora, sin embargo, la gran mayoría sigue en la idea de que la primera alza ocurrirá en algún momento del año próximo.
William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York, comentó la semana pasada que "el consenso es que el inicio de las alzas ocurrirá alrededor de mediados del año próximo. Esa me parece una opinión razonable".
Es probable, por tanto, que se presenten otros episodios de volatilidad como el actual en los meses siguientes, una vez que esas expectativas se conviertan en realidad.
En dicho contexto, Banco de México tiene que decidir, ante la inminente alza de tasas en EU, si actuará de manera preventiva elevándolas antes aquí, o reactiva, esperándose hasta ver el efecto que el alza allá pudiera tener sobre las variables financieras en nuestro país.
Estoy seguro que nuestras autoridades están preocupadas por esta situación y vigilan con gran cuidado la evolución de las variables financieras para evitar, en su momento, trastornos inesperados.
El problema es que tratar de identificar un posible trastorno para luego reaccionar en concordancia, no significa que lograrán hacerlo exitosamente, en particular cuando los flujos de capital que entraron a México comiencen a reducir su intensidad o hasta opten por regresar a casa. En esas condiciones, me parece que Banxico necesita anticiparse a la tormenta que se avecina, ya que vale más prevenir que lamentar.