El futuro nos alcanzó
Quizá el futuro en México sea un destino muerto antes de nacer...
Treviño
Desde siempre la clase política, los adivinadores del sistema y los que se dedican a lavarnos la mente nos han dicho y repetido que los niños son el futuro del país. Tal vez copiaron a Maria Montessori -aunque dudo que la hayan leído-, que escribió: Los niños son el recurso más importante del mundo y la mayor esperanza del futuro.
Hace 15 años los niños, adolescentes y jóvenes de la calle fueron el futuro del país, lo dijo Ernesto Zedillo y lo reafirmó el expresidente Vicente Fox. Con Calderón esos niños, se convirtieron en cifras de caídos en la 'guerra contra el narco', reyes del secuestro, príncipes de la extorsión y millones de buenos muchachos profesionistas sin empleo. El actual presidente, en su circunloquio deletrea el mismo guion.
¿Acaso ese es el futuro de esta generación? ¿O es que el porvenir consiste en millones de pobres
paridos por parejas de jóvenes que hace 18 años fueron para un presidente el promisorio futuro del país?
No se ve por dónde el futuro sea generoso con los niños y ciudadanos comunes que a estas horas habitan esta 'suave patria', ya que como ha quedado demostrado a lo largo de la historia el testamento obeso sólo esta destinado para los políticos y el futuro bondadoso para sus cachorros, para los dueños de los monopolios que mandan y que juegan con el pueblo lanzando la pirinola, sacando siempre el "Toma todo ".
Hace alrededor de 80 años el futuro de los campesinos fue la tierra repartida, de jornaleros pasaron a ser los dueños del campo. Pero su destino estaría marcado por el uso que los políticos hicieron de ellos, moldeándolos para que sirvieran como votos al sistema, pues ni siquiera podían vivir de lo que producían, sino de lo que el Banco Rural les proveía.
También PEMEX fue la promesa del bienestar, que finalmente se convirtiría en el pastel de la discordia y botín de la 'casta divina'. Después la república se iluminó con la expropiación de la ahora llamada CFE, una empresa de los mexicanos para robar a los mexicanos, otro oscuro futuro para millones de que de esta empresa nacional aún no ven un foco prendido en su jacal. Cobran hasta la luz del sol, mientras que ellos pueden iluminar un estadio sin pagar un centavo.
No hay salida o luz en el oscuro túnel en que estamos metidos, es más, ni siquiera hay túnel, es un gris pantano, entre reformas, votaciones cada año, comisiones, delegaciones, subsecretarías y otras chupadoras del presupuesto.
Soslayar el futuro es un discurso retórico muy gastado que para los políticos sólo representa gráficas, estadísticas y números alegres, sobre todo cuando se trata de hablar del tema educativo.
El futuro de un pasado lejano somos nosotros, el futuro de ayer, son los millones de profesionistas que deambulan con sus carpetas bajo el brazo buscando trabajo, el otro futuro es la generación que está perdida en tumbas y fosas comunes, que ni nombre tienen, los miles de caídos en esta guerra sin fin de los malos contra los malos o los buenos contra los quien sabe quién. Porque todos, tanto los malos como los buenos usan máscaras y pensar que se reían del subcomandante Marcos...
Otro futuro de esta nación, el porvenir muy cercano, uno que se diagnostica terrible y fatal, está en las universidades del crimen: los CERESOS.
Nuestros niños van derechito a ser una generación que hereda la tecnología: el Facebook, el chat, el Twiter, la Blackberry, la tableta y otros juguetes que forman una gama de modernidad al mando de quien pueda gastar en ella. Sin duda un gran futuro de idiotas -como pronosticara Albert Einstein-, gastando tiempo, dinero y el poco cerebro en aparatos de comunicación que son buenos distractores en el ya apresurado futuro de la nueva generación.
En este futuro se fue la poca idiosincrasia y costumbres que aún guardaba parte de la sociedad, la cultura de nuestros antepasados se está muriendo de apatía, o expresado en palabras de Octavio Paz: escupimos sobre la tumba de nuestros héroes. El porvenir, destino o futuro es una leyenda, un mito que tal vez en este país no exista, pero que se hace necesario para darle sentido a la vida.
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