Las diferencias entre la forma en la que se percibe al gobierno de Enrique Peña Nieto fuera y dentro del país son cada vez mayores. Mientras que en el exterior se habla de su liderazgo y de su capacidad para realizar reformas de gran envergadura, en el interior las percepciones sobre la imagen del Presidente y sobre su forma de conducir al país cada vez se deterioran más. La encuesta de la primera semana de febrero de la empresa BGC, por ejemplo, señala que el 61% de los encuestados está en desacuerdo, total o parcial, con la forma en la que está gobernando el Presidente. Esto contrasta notablemente con el 39% que opinaba de esta manera apenas a mediados de 2013 o con el 18% con el que empezó su administración en diciembre de 2012.
Otros casos que ilustran la percepción positiva que se tiene de México en el exterior son el de la revista "TIME", la cual le dedica al Presidente la portada de su edición internacional y lo señala como el salvador del país, o el de la agencia Moody's, que recientemente elevó la calificación de la deuda del gobierno mexicano al considerar que hay ahora un mayor potencial de crecimiento como resultado de las reformas estructurales. Estos ejemplos contrastan notablemente con lo que ocurre y se percibe internamente. Por ejemplo, el crecimiento de 2013 ni siquiera va a alcanzar el 1.3% que fue el último pronóstico oficial, sino que se quedará muy probablemente en 1.1%, por lo que el crecimiento será un tercio de lo originalmente anticipado (3.5%). Este magro crecimiento, dada la dinámica de crecimiento poblacional, implicará una reducción del ingreso per cápita en el país. Por otro lado, los datos más recientes (enero) de los índices de confianza del consumidor y empresarial manufacturero reflejan una caída anual de 15.5 y 5.7%, respectivamente, lo que anticipa un repunte del consumo, la inversión y la actividad económica mucho más lento de lo anunciado. Finalmente, un dato reciente revela que la situación no será tan favorable como muchos habían anticipado: las ventas de las tiendas afiliadas a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) con más de un año en operación mostraron en enero de 2014 una contracción en términos reales cercana al 6% en comparación con las ventas de enero del año anterior.
La disociación entre las perspectivas interna y externa no ocurre por casualidad. Es el reflejo, por un lado, de la excesiva concentración en las reformas y del activismo internacional de esta administración y, por el otro, de la desatención en la que han incurrido el Presidente y su gabinete en los temas más mundanos de la gestión y administración interna. Un ejemplo claro de esto es lo ocurrido en materia de seguridad en Michoacán. Después de meses de que se había dado a conocer la existencia de las autodefensas en varios municipios de ese estado, el Presidente no había puesto un pie en la entidad excepto por una muy corta visita al municipio de Lázaro Cárdenas, en octubre de 2013, en el contexto de las obras de recuperación después del paso de los huracanes Ingrid y Manuel. Esa desatención de un tema y una región del país que posteriormente cobraría gran relevancia, contrasta con atención dedicada al exterior y a la multitud de giras internacionales que han llevado al Presidente en poco más de un año a lugares como China, Japón, Indonesia, el Vaticano, Suiza, Reino Unido, Rusia y Turquía, así como a otros 10 países de América Latina y el Caribe.
La disociación entre la percepción interna y externa del país no es sana. Puede conducir, por ejemplo, a que el Presidente se sienta más cómodo hablando en foros y medios internacionales que conduciendo y administrando el país, lo que incluso pudiera acentuar las diferencias iniciales entre ambas perspectivas. Eso fue precisamente lo que le pasó en su momento al presidente Fox, que en algún momento llegó a declarar que se sentía mejor y que lo trataban mejor estando de gira que en el propio país. Y así nos fue.
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(Economista. Profesor-Investigador de El Colegio de México)