Es innegable la verdad de la frase "el conocimiento es poder", ya que está demostrado que los conocimientos pueden ser transformados en poder, al menos para la toma de decisiones.
Y es que nos encontramos en la llamada cuarta era u ola de la humanidad: la era de la información y del conocimiento; las tres anteriores fueron: La primera ola, la de la producción agrícola, la segunda ola, la de la producción industrial y la tercera, la de la producción digital.
Es importante esclarecer entonces, que existen principios o reglas que no se pueden soslayar y que son comunes para todas las ciencias, dichas reglas son seguidas por los científicos cuando están generando nuevos conocimientos y los cuatro primeros principios son, a saber: no decir mentiras, no ocultar verdades, no salirse de la realidad y no rebasar a la información obtenida científicamente.
Los principios restantes, al producir conocimientos, se refieren a los siguientes aspectos: los hechos también se equivocan, esto significa que la búsqueda del conocimiento científico se da en la interacción entre dos elementos vivos y cambiantes: el investigador y la realidad, es decir que la realidad no siempre es lo que parece, de ahí la necesidad de repetir los experimentos y confirmar los resultados.
La realidad es independiente de nuestros deseos, por experiencia se sabe que nuestros deseos no tienen la menor influencia en la configuración y en los mecanismos del mundo en que vivimos, por lo que la mejor actitud para estudiarlos y conocerlos es la aceptación y el respeto, en otras palabras, el mundo es como es, no como nosotros quisiéramos que fuera y nuestros deseos no lo van a cambiar.
Como podemos observar el conocimiento científicamente adquirido sobre la realidad a la que pertenecemos, representa un patrimonio riquísimo de la humanidad; por lo que, quien lo posea, podrá aprovechar ese conocimiento para evolucionar como persona.
En la sociedad actual, la gente formada e informada accesa a mejores niveles de mundo y vida. Cabe señalar que las personas más ricas del mundo son poseedoras de vastos conocimientos que han sabido utilizar para su beneficio: Bill Gates (Microsoft), Steve Jobs (I Phone), Carlos Slim (Telcel), sólo por nombrar algunos.
En este panorama, cabe reflexionar en el profesor, que juega un papel preponderante para tener poder, vía el conocimiento, ya que la mejor forma de adquirirlos, es bajo la guía y tutela de un buen maestro; tanto para las investigaciones originales como para el estudio del conocimiento acumulado durante la evolución de la humanidad, el papel que desempeña un docente, es esencial e insustituible.
En la formación de investigadores, la tarea del maestro es determinante para lograr la calidad del alumno puede llegar a ser investigador y en lograr la generación de nuevos conocimientos, su función es esencialmente tutorial; el aspirante convive con su profesor, comparte su forma de trabajo y lo sistematiza, lo guía con su conocimiento, al principio lo imita, luego lo iguala, para finalmente superarlo.
En el estudio del conocimiento acumulado por la humanidad, el profesor debe ser orientador y facilitador del aprendizaje de sus alumnos, de tal manera que dicho conocimiento sea asequible para todos los aprendices por igual, pero con un enfoque constructivista, que le permita elaborar constructos a partir de lo que aprende.
Sin el ánimo de ser excluyente, se pudieran consensuar al menos cinco cualidades esenciales que un buen maestro debe reunir, para compartir conocimientos:
1°.- Ser un investigador activo. Esta cualidad es fundamental ya que es prácticamente imposible enseñar a hacer algo que el propio maestro no hace, por lo que el alumno no aprenderá a investigar, si el profesor no se mantiene activo en ese campo.
2°.- Estar genuinamente interesado en la enseñanza. Para el buen profesor, los estudiantes son el interés central de todas sus actividades, las que diseña y lleva a la práctica en función de los beneficios que puedan resultar para los aprendices; cuántos profesores conocemos que ven a su actividad como contratistas intelectuales que trabajan en el sistema educativo para su solo beneficio.
3°.- Saber estimular al alumno. No hay nada más importante en la función del profesor, que motivar a los desmotivados, el buen profesor debe identificar el momento preciso para inducir al alumno a pensar por sí mismo, a imaginar sus propias soluciones, a tener ideas propias; por esto, el maestro jamás deberá dar el problema y la solución, será mejor sugerir al alumno que ponga a prueba sus ideas, que explore, que se anime a aprender por experiencia propia. Ya lo decía Ortega y Gasset "quien quiera enseñarnos una verdad, que no nos la diga, que nos ponga en condiciones de aprenderla por nosotros mismos".
Como podemos observar, para lograr conocimiento y ejercerlo para tener un poder éticamente logrado y utilizado, es necesaria la invaluable guía de un buen docente.
Agradezco sus comentarios a: rolexmix@hotmail.com
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