Como han caminado de puntas por meses, hay equipos retrasados que buscan boletos hoy en franca desbandada, dejando en el camino todo el lastre posible, incluyendo la mala suerte y lo mal que se ha jugado para entonar todas de ilusión y animar al pueblo, que los mira incrédulos por el retrovisor de la memoria reciente, sabiendo todos que el miedo de los jugadores ya está trasmitido.
Pedro no acepta nunca que es hombre sensible y que presiente que el diluvio puede llegar si este "buen fin" de semana no les pinta benévolo en Puebla. Apuesta todo a que se dará el paso necesario pero por igual coopera con algunas veladoras gigantes para desde ya suplicarle a los de arriba que también hagan llover goles sobre los rivales que por igual, también aspiran a la misma hechicera confrontación.
La tarea de los protagónicos es convencer de que "entrando, aunque sea en octavo sitio, nadie querrá enfrentarnos porque somos un rival peligroso y podemos aspirar a todo". Pero nadie se anima a observar el campo de batalla que se tendría si quedan embarrados en el camino. Cero opiniones, cero comentarios, como igual nadie explica ni analiza a fondo la problemática que los tiene en este laberinto, donde para empezar Pedro y sus chicos, deben aceptar un nivel mediocre de futbol y resultados.
Se debe sostener que el abatimiento surge cuando vedado el acceso a lo sublime, no queda más remedio que luchar por la subsistencia y Santos no tiene ninguna otra alternativa que tomar el último tren a Yuma, donde encontrarán a un equipo que conforme entendió a su DT fue levantando. Le falta un definidor pero tiene una jauría que no para y eso obliga a que los verdes se exploten a sí mismos hasta el colapso.
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