El lado opuesto de la Luna es muy distinto al que podemos ver por las noches. (IMAGEN TOMADA DE INTERNET)
Para la humanidad el conocer la otra cara de nuestro satélite natural resultaba todo un misterio y en torno a ella giraban una infinidad de mitos que culminaron hasta 1959, cuando la sonda espacial soviética conocida como Luna 3, captó imágenes del lado nunca antes visto de este cuerpo estelar.
Las fotografías tomadas fueron sorprendentes pero generaron más dudas, puesto que el hemisferio que permaneció oculto no se parecía en lo absoluto a la región que podemos ver cada noche de la Luna.
A diferencia de la 'parte luminosa', esta zona carece de mares y grandes cráteres y en su lugar cuenta con pequeños agujeros producto del impacto de asteroides, pero ninguno del tamaño de su lado opuesto.
Resulta extraño ver como como esta otra mitad es completamente distinta e inclusive llegó a decepcionar a muchas personas que tenían altas expectativas, esperando ver gigantescos cráteres o enormes mares cubriendo su superficie, pero no fue así.
Científicos buscaron explicación a dicho fenómeno y dedujeron que esa apariencia más lisa con respecto a la del lado que podemos ver, se debe a los orígenes de la misma formación de la Luna. La parte frontal o el que mira a la Tierra tardó más tiempo en solidificarse debido a que cuando la Luna se formó nuestro planeta aún estaba caliente e irradiaba calor a esta parte frontal provocando que tardara más tiempo en endurecerse, mientras la otra se mantuvo más fría y se solidificó más pronto.
Es por ello que cuando diversos cuerpos intergalácticos se impactaban contra el satélite, la 'parte oscura' era más resistente y dejó un menor rastro del daño provocado, mientras la otra era más blanda y sufrió daños castastróficos en el proceso de enfriamiento.
