Uno de los temas más festinados desde principios del año pasado es el denominado "Momento México", que se suponía iba a traducirse en una entrada substancial de recursos externos, tanto de inversión directa como de cartera, una apreciación importante del peso y un alza de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). En 2013 no se cumplieron esas previsiones.
El ingreso de capital externo fue positivo, pero nada espectacular. En el caso de la inversión extranjera directa, si hacemos a un lado la operación de Modelo, que sólo implicó un cambio de manos, el alza fue de tan sólo 500 millones de dólares respecto al monto que ingresó un año antes. La inversión de cartera llegó a 50 mil millones de dólares (mmd), pero fue inferior a los 80 mmd del 2012.
El precio del dólar, por su parte, continuó en la banda de flotación en la que ha estado desde 2010 y registró, en el transcurso del año, una pequeña depreciación del 1.71 por ciento en relación con el cierre de diciembre anterior.
El renglón más decepcionante fue, sin duda, el desempeño de la BMV, puesto que su Índice cayó 2.24 por ciento respecto al nivel que alcanzó en diciembre de 2012, desacreditando todas las previsiones de principios de 2013, muchas de las cuales auguraban un avance de doble dígito en ese indicador.
La razón principal de la desvinculación entre las opiniones y expectativas positivas por un lado, y los resultados magros por el otro, es que el desempeño de nuestra economía el año pasado dejó mucho que desear.
Las políticas públicas de la administración de Enrique Peña Nieto no lograron estimular la actividad económica, que se vio negativamente afectada por la pérdida de dinamismo de la economía de Estados Unidos (EU).
En la segunda parte del 2013 la expectativa se centró sobre el efecto de las reformas estructurales, en particular la de telecomunicaciones, la energética y la fiscal. Sin embargo, las leyes secundarias y reglamentos de las dos primeras siguen pendientes, mientras que la tercera resultó una gran decepción para los agentes económicos.
El desencanto financiero continúa en lo que va del 2014. El retraso de la recuperación de la economía estadounidense por el mal clima invernal, así como la entrada en vigor de la reforma tributaria y la ley de lavado de dinero, desalentaron considerablemente la actividad económica.
La entrada de recursos de inversión, tanto directa como de cartera, es positiva, pero nada fuera de las tendencias de años recientes. El peso, por su parte, se apreció ligeramente, alrededor de 1.6 por ciento, cifra inferior al avance de 5.5 por ciento que ha registrado el real de Brasil, a pesar de todos sus problemas sociales y políticos.
Es, sin embargo, en la BMV donde se refleja más el desencanto de los inversionistas con los resultados de nuestra economía. Casi todos los índices bursátiles de mercados emergentes muestran este año ganancias importantes, en algunos casos de doble dígito, mientras que el de la BMV ha retrocedido casi un 2 por ciento en lo que va del año.
Lo interesante es que si consideramos a las 15 economías emergentes más populosas, sólo China, Rusia y México han mostrado rendimientos negativos en lo que va del 2014. Lo sorprendente es que estemos en esa lista, a pesar de todas las opiniones positivas, las reformas constitucionales y los elogios de los organismos internacionales.
El crecimiento del PIB de 1.8 por ciento en el primer trimestre vino a corroborar el escepticismo de los inversionistas, que no ven en el horizonte inmediato algo que justifique pagar precios mayores por las acciones, ya de por sí caras, de las empresas mexicanas.
Existen algunas excepciones, pero en general, no es posible que las empresas muestren resultados extraordinarios en una economía que, para todo fin práctico, ha permanecido estancada desde principios de 2013.
La situación debe cambiar favorablemente en el segundo semestre, lo que quizá lleve al índice de la BMV a terreno positivo, pero lejos de los números previstos al inicio del año. No perdamos de vista que el principal obstáculo para nuestra bolsa es su valuación actual, demasiado alta para sus estándares históricos.
La esperanza es que en 2015 veamos los frutos de las reformas estructurales y llegue, finalmente, el "Momento México". Por un lado, eso se debe traducir en más inversión extranjera directa, pero lejos todavía de las expectativas alegres de nuestras autoridades.
Por otro lado, la tendencia del precio del dólar y el índice de la BMV dependerán para entonces del resultado neto del choque de dos fuerzas: El "Momento México" y la política monetaria de EU. Considero que dominará la segunda, por lo que el inicio del alza en las tasas de interés de EU será negativo para los mercados cambiarios y bursátil de nuestro país.