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El papel de las UDIs

SALVADOR KALIFA

La Unidad de Inversión, más conocida como UDI, fue introducida a partir del 4 de abril de 1995 como mecanismo de indexación para contar con un instrumento de valor constante que incorporara el deterioro en el poder adquisitivo de nuestra moneda por la inflación.

El contexto en el que fue introducida esta unidad fue a los pocos meses de que México sufriera la crisis de finales de 1994 y principios de 1995, identificada popularmente como el error de diciembre del primero de esos años.

En esas condiciones y con la experiencia de episodios inflacionarios anteriores, todavía frescos en la memoria de los agentes económicos en México, el gobierno federal decidió introducir la UDI como unidad de cuenta que sirviera para realizar contratos sin riesgo de deterioro por inflación, así como para la emisión de instrumentos de inversión que garantizaran un rendimiento en términos reales.

En su arranque se estableció que la UDI equivaliera a un peso y que, posteriormente, su valor en pesos se iría incrementando de acuerdo a la evolución de la inflación medida por la variación del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). En el caso de los instrumentos de deuda denominados en UDIS, éstos se subastan con un una tasa de rendimiento real.

El valor de la UDI lo determina el Banco de México (Banxico). Su cálculo aritmético es relativamente sencillo. Conocida la inflación quincenal, se proyecta el valor de la UDI, mediante interpolación, para cada uno de los siguientes quince días. Este valor se actualiza para otros quince días al conocerse la nueva inflación quincenal. Estos datos se publican en el Diario Oficial de la Federación y pueden consultarse en la página electrónica de Banxico (http://www.banxico.org.mx).

Debido a su método de cálculo, hay un rezago de quince días entre la ocurrencia de la inflación y su reconocimiento en el valor de la UDI. Obviamente, cuando se registra una deflación quincenal, como sucede por estacionalidad generalmente en la primavera, el valor de la UDI se reduce.

Al 10 de septiembre la UDI (redondeando a los centavos) tendrá un valor de 5.16 pesos, es decir, un incremento de 416 por ciento desde su introducción. La mayor parte del mismo, sin embargo, ocurrió en sus primeros seis años de existencia, mientras que en los poco más de trece años siguientes, el crecimiento acumulado fue de alrededor de 75 por ciento.

El papel de la UDI fue importante antes de la Gran Recesión y competía en rendimientos reales con los instrumentos nominales de deuda. Contribuyó a superar más rápidamente el ambiente de incertidumbre generado por la crisis en 1995 y varios contratos de hipotecas fueron reestructurados en UDIs para darle certeza a acreedores y deudores.

Asimismo, esta unidad de cuenta permitió definir, al margen de la inflación, el monto del seguro de los depósitos para los cuentahabientes de los bancos, actualmente ubicado en 400 mil UDIs y que está siendo aplicado recientemente como parte de la liquidación del Banco Bicentenario.

El uso de este instrumento permitió, además, que varios contratos de seguros con un horizonte de muy largo plazo se pactaran en UDIs, con la garantía de que la suma asegurada no sería erosionada por la inflación.

Después de la Gran Recesión, y en particular durante todo el periodo de política monetaria muy laxa, las UDIs también juegan un papel importante al poner de relieve dos cosas.

Por un lado, el atractivo de estos instrumentos ha sido superior a los que sólo ofrecen tasas de interés nominales, ya que en muchos casos el rendimiento real de estos últimos ha sido negativo. En estas circunstancias, los ahorradores que no poseen UDIs, esto es la gran mayoría de la población, han perdido poder de compra.

Por otro lado, las UDIs, al garantizar un rendimiento real, reducen los daños que ocasiona la voracidad de la Secretaría de Hacienda sobre el patrimonio de quienes tienen intereses nominales menores a la inflación como su única fuente de ingresos.

La Secretaría de Hacienda retiene impuestos sobre el capital y no sobre los ingresos reales, que en los instrumentos tradicionales de deuda han sido negativos, pero al no existir otra fuente de ingresos considera dicha retención como "pago definitivo". Las UDIs, en cambio, resienten un perjuicio menor porque al menos dan un rendimiento real.

Hoy que se debate la merma en el poder adquisitivo de los salarios mínimos, también debiera debatirse el daño económico que ha ocasionado por años la Secretaría de Hacienda a quienes les ha rechazado las solicitudes de devolución de impuestos, quedándose con un dinero que no le corresponde.

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