El pasado 9 de noviembre los ciudadanos catalanes tuvieron la oportunidad de manifestar su voluntad para separarse de España o permanecer como parte del país ibérico.
De aproximadamente seis millones de posibles votantes, poco más de dos millones asistieron a las urnas en un proceso bastante bien difundido y publicitado. Poco más del ochenta por ciento asentó que si quería que Cataluña fuese un país independiente de España. En resumen, un tercio de los posibles votantes dijo que si a la independencia en una proporción del ochenta por ciento. Esto da como resultado que únicamente el veinticinco por ciento de los posibles votantes catalanes manifestaron que sí quieren separarse de España.
En la Comarca Lagunera, el cuarenta por ciento de los posibles votantes han manifestado por escrito, asentando su nombre y el número de su principal identificación que es la credencial del IFE, su clara voluntad de conformar el Estado de La Laguna, trascendiendo el secuestro al que Coahuila y Durango la someten.
Los catalanes han tenido que ajustar bastante la historia de España, de la que forman parte indisoluble, para conformar un argumento muy cuestionable en lo histórico aunque legítimo de cara al futuro, para aspirar a conformarse en un estado independiente.
La Comarca Lagunera, en cambio, tiene una indiscutible base histórica, demográfica, geográfica, cultural, económica y política que nos conforma no sólo como una región perfectamente integrada y definida, sino como una auténtica isla apartada de las dos capitales estatales que nos gobiernan (por llamarle de algún modo) a su antojo. La República Mexicana merece recuperar a La Laguna.
El mundo está muy enterado del proceso catalán…ya se enterarán bien del proceso lagunero…al tiempo.
