Valoramos la apertura democrática, nos expresamos a través de una ideología o un sistema filosófico que nos dé personalidad y sustento. El respeto al otro es la piedra angular de toda relación. Hacemos comunidad a base de respeto, aprecio, admiración a la postura del otro. Mi vecino tiene el mismo derecho que yo y que cualquier ciudadano para resolver sus asuntos a su manera, siempre dentro del marco jurídico nacional.
Esto permite que diversas "civilizaciones" interactúen de manera ordenada.
No todos tenemos los mismos objetivos en la vida. No todas la comunidades, ni todos los grupos que forman una comunidad, comparten los mismos intereses. Es función del Estado trabajar por lograr que la armonía impere en el tejido social. Es un asunto muy delicado y de extrema importancia, se pone en juego la paz social y la buena vecindad.
El respeto irrestricto al Estado de Derecho, la solvencia moral de las autoridades y su plena representatividad, son fundamentales para que la sociedad funcione.
Intentar resolver con inversión en infraestructura, con recursos monetarios, problemas que más bien se deben a un desprecio por la esencia de las personas y por la ausencia de respeto a los derechos humanos fundamentales, puede resultar en un faraónico desperdicio de recursos que vendrá a agravar aún más los conflictos actuales. Protestar por la ausencia de estos derechos atropellando los derechos de los demás, es también un despropósito.
¿Se ha preguntado a las comunidades de Chiapas, de Oaxaca, de Guerrero, si lo que buscan son más recursos o más infraestructura? ¿Se les compromete, en caso de recibirlos, a devolverle al país algún rendimiento por semejante inversión? Yo no he escuchado eso. He escuchado que quieren respeto y justicia. Los he visto transgredir la ley de manera impune, destruyendo y asesinando, sí, también ellos, en una especie de grito desesperado ante injusticias que los hombres de traje y corbata de las urbes metropolitanas, donde se reparte el poder, no entienden. Antes de proponer soluciones tan "inteligentes", tan "modernas" hay que sentarnos a escuchar el susurro milenario y profundo de los hombres del sur.
Aquí hay muchos asuntos que no quedan claro y que requieren apertura y análisis.
Sí me queda claro que este plan de las "Zonas Especiales" suena a intento de soborno. Quiero ver cómo lo toman esas comunidades, no creo que bien. Mientras tanto las nuestras, las laguneras, otra vez se quedarán viendo cómo los recursos vuelan hacia otros rumbos.
