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El presentador de libros de poesía

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El presentador de libros de poesía

El presentador de libros de poesía

Saúl Rosales

Es muy difícil presentar libros de poesía. Esta afirmación revela un conflicto en el que frecuentemente estoy metido por no saber decir que no, y vino aquí al pensar que debía cumplir mi parte en la presentación de una obra de este género.

El de presentador de libros es un grave vicariato, grave en cualquiera de los sentidos de esta palabra y grave en todos los sentidos de todos los términos sinónimos. Cierto que también es dificultoso presentar libros de otros géneros pero por ahora refirámonos a los de poesía.

Es difícil presentarlos porque el encargado debe «interpretar» los versos del autor. No es una tarea fácil. ¿De dónde saca el presentador que es el sol de la certidumbre el que iluminará las posibles oscuridades del creador y revelará sus significaciones a la curiosidad insaciable y a la miopía inconfesable de los lectores? ¿Por qué el presentador ha de poder considerarse el foco de ilimitado wattaje que puede recibir la luz y repartirla a los receptores de la obra del creador?

¿Cómo puede el presentador de un libro de poesía decir a quien lo escucha lo que el poeta quiso transmitir con sus trabazones lingüísticas? Presentar un libro de poesía es un compromiso inquietante, más para quien como yo es inseguro y luego se sofoca con la duda de haber interpretado bien o no las palabras del autor. Qué tal si le falla, por no decir «traiciona», al creador, y además a quien lo escucha presentar la obra. El límite entre presentador y defraudador, entonces, es del grueso del papel en que se escriben los versos. Es un peligro presentar un libro de poesía de otro autor.

Así pues, el presentador, en su papel de intérprete de lo dicho -escrito- por otro, vive la dramática -aunque se ha considerado fingida- duda de Manuel José Othón en el hermoso “Idilio salvaje” (poema que ustedes conocen y recuerdan que está fechado en Ciudad Lerdo) donde el poeta dice, para que se sepa -o se piense- que el poema es sólo interpretación de las pasiones de su amigo Alfonso Toro: “¿He interpretado tu pasión? Lo ignoro / que me apropio, al narrar, algunas veces / el goce extraño y el ajeno lloro”.

Como simple lector de poesía, igual que el Manuel José Othón del “Idilio salvaje”, gozo y sufro las pasiones dilatadas en las obras de los poetas; como presentador, padezco el escalar los versos escudriñando los porqués del placer que me procuran para compartir mis hallazgos con el sacrificado público que asiste a las presentaciones.

Es gravosa la situación del presentador de un libro de poesía porque quien lo invita a decir a los demás los «qués» y los «cómos» de tal volumen, le supone capacidad intelectual, serenidad espiritual, sensibilidad hiperestésica, un frasquito de rivotril, tiempo abundante, holgura económica (dicho de manera más clara, faltriqueras copiosas de maravedís) y salud de atleta porque, como dice la sabiduría popular, habiendo salud etcétera.

Esto que digo no es novedad. La gravedad de ser intérprete de la obra de los poetas es tema de uno de los diálogos de Platón, Ion, o de la poesía. En esta breve obra, Sócrates le dice a Ion, con su consabida modestia, que envidia a los rapsodas por verlos “precisados a hacer un estudio continuo de una multitud de excelentes poetas, principalmente de Homero, el más grande y más divino de todos, y no sólo aprender los versos, “sino también penetrar su sentido. Porque jamás será buen rapsoda el que no tenga conocimiento de las palabras del poeta, puesto que para los que le escuchan es el intérprete del pensamiento de aquél; función que le es imposible desempeñar si no sabe lo que el poeta ha querido decir”. He citado con cursivas ilustrativas las palabras de Platón sobre la importancia de interpretar bien.

Es comprometedor del papel del rapsoda, o, digamos, del presentador, híbrido de rapsoda-recreador e intérprete. Su función, desde el punto de vista de Platón, es delicada. Si el poema es una obra divina, ¿cómo va uno a sentirse capaz de presentar un libro de poemas? Arduo es el trabajo que implica ese vicariato.

Correo-e: rocas_1419@hotmail.com

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