Como muchos ciudadanos, tengo raíces con el poniente de la ciudad. Mis abuelos paternos vivían en el llamado Torreón Viejo, justo atrás de la cabeza de Morelos. Nunca quisieron cambiarse de ahí. En mi niñez caminar por este sector no representaba ningún problema, aunque la marginación y el olvido de las autoridades en la década de los 80 ya era evidente.
De este sector recuerdo los cines Variedades y Laguna, a los cuales asistí varios domingos en el tradicional matiné para ver las películas de El Santo. También era una costumbre familiar cenar en los puestos de pozole o flautas en El Remolino.
Un poco más grande, cuando tenía 12 años, de noche iba a San Joaquín. Mi papá (qpd) tenía un equipo de softball en la liga nocturna de Canacintra y los juegos se desarrollaban en la Unidad Deportiva Nazario Ortiz Garza. El pitcher del equipo vivía justo atrás de la Casa del Cerro así que a las 23 horas le dábamos un aventón a su casa. Nunca sentimos temor. En ese entonces las palabras balaceras, ejecutados, simplemente no existían en el vocabulario cotidiano de los habitantes de Torreón.
Esta historia personal provocó que la violencia que azotara al poniente desde el 2007 me causara un dolor personal. Desde entonces la casa de los abuelos está abandonada y hace un par de años una persona de ese sector que por años me reparó el carro me confesó: es imposible vivir ahí. Ese comentario me causó gran tristeza, finalmente eran pocas, si no es que nulas, las posibilidades de caminar por las calles donde se gestó parte de mi historia.
En abril tuve la oportunidad de visitar el poniente de Torreón para realizar el reportaje "Regresan los expulsados por la violencia" que usted puede ver en Siglo TV. Me dio gusto volver a caminar en esas calles, ver cómo la gente hace su vida sin miedo. Es cierto, la violencia no se ha ido de la región, en los últimos días han aumentado los homicidios, pero al menos la gente ya no vive con terror. Incluso este incremento en la violencia ya obligó a las autoridades de Coahuila y Durango a anunciar medidas para blindar a La Laguna.
Apenas el pasado martes el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, ofreció disculpas a los habitantes de las colonias del sector poniente de Torreón por todo lo que sufrieron y fueron lastimados cuando la violencia se estableció en esa parte de la ciudad. Cuando sus calles se convirtieron en una especie de ring donde los diferentes grupos del crimen organizado dirimían sus diferencias.
"Ahora venimos a decirles a ustedes: discúlpennos, discúlpennos porque la delincuencia vino a estas colonias a hacer base, a lastimar a las mujeres de acá, a lastimar a los jóvenes que estaban indefensos en este lugar en aislamiento", dijo en esa ocasión el mandatario.
En estos lugares hay muchas historias tristes. Madres que vieron a sus hijos ser asesinados por el mismo vecino. Madres que tuvieron que salir de la Nueva México para poner a salvo a sus hijas adolescentes que en cualquier momento podían ser violadas por integrantes de los grupos criminales. Jóvenes que ante la falta de oportunidades optaban por el delito como opción de vida.
Para contrarrestar esta realidad el Gobierno de Coahuila en conjunto con el municipio que encabeza Miguel Riquelme y el gobierno federal con recursos del Programa Nacional de Prevención de la Violencia y la Delincuencia, han creado centros comunitarios en el sector. Ahí los jóvenes practican deportes o bien pueden acudir a actividades artísticas que los aleje de la delincuencia, al mismo tiempo que las madres tendrán el servicio de guardería o bien los asistentes podrán hacer consultas en Internet.
También en abril, con motivo de sus primeros 100 días de gobierno, realicé una entrevista a Miguel Riquelme en los terrenos de la Jabonera donde explicó a fondo el proyecto deportivo y cultural que se construirá en este sector y que le cambiará la vida a un grueso de la población que por décadas ha sido olvidada tanto por gobiernos priistas como panistas.
El proyecto de La Jabonera representa una inversión de 51 millones de pesos. Donde en una superficie de 7.5 hectáreas se levantará una Casa de la Cultura, una escuela de oficios, teatro, una alberca infantil y otra semiolímpica, canchas deportivas, escuela de danza y artes plásticas, entre otros atractivos.
Sin duda en el papel estas acciones son positivas, pero de nada servirán si la sociedad no se involucra en ellas. Los vecinos del poniente deben ser los primeros interesados en cuidar y hacer funcionar los centros comunitarios. En cuanto al complejo de La Jabonera es importante que fluyan los recursos en tiempo y forma para su construcción. Por desgracia el retraso en obras ha sido la constante desde hace muchos años, sin embargo en este proyecto se debe cuidar especialmente los tiempos de construcción ya que va en juego también el ánimo de un sector históricamente olvidado y que hoy finalmente es visto y tomado en cuenta por las autoridades.
lharanda @elsiglodetorreon.com.mx
Twitter: @lharanda