El Síndrome de Esquilo
El próximo viernes tendré el gusto de presentar, en la Feria del Libro de Minería, en la Ciudad de México, Falsa Liebre, novela de Fernanda Melchor (Veracruz, 1982) publicada por editorial Almadía. Además de la presencia de la autora, los comentarios estarán a cargo de Susana Iglesias y de un servidor, en una mesa moderada por Luis Jorge Boone. Reproduzco aquí algunas de las impresiones que generó en mí la lectura de esta obra. (El comentario completo fue publicado en su versión original por la revista Tierra Adentro en su número de diciembre).
La primera novela de Fernanda Melchor contiene en sus 202 páginas un regusto a realismo sucio, esa picaresca del siglo XX que sigue perfeccionándose en nuestros días. Desde la cuarta de forros, una voz nos advierte: "Algo se pudre en el trópico. En esa esquina del mundo disfrazada de paraíso, junto al mar, cuatro vidas están a punto de coincidir en la fatalidad de un engañoso día de verano". Esas cuatro vidas son las de Andrik, adolescente que escapa de un amante celoso, Zahir, su regordete compañero que lo busca por todos los rincones del puerto, Pachi, un mensajero frustrado que no soporta la convivencia con su esposa, y Vinicio, un aspirante a pintor atormentado porque no conoce la identidad de su verdadero padre. Los primeros tres son jóvenes cuya única consigna es el placer inmediato: alcohol, sexo, drogas. Es Vinicio quien introduce la nota discordante, pues desarrolla una sensibilidad especial debido a sus inclinaciones artísticas.
Como en los relatos de la antigua picaresca, los personajes de Falsa liebre se ven obligados al movimiento continuo, a huir "como una liebre perseguida por perros" (p. 79). La razón es la misma que movía a sus ancestros del siglo de oro: los padres y las figuras de autoridad son retratados como personajes mezquinos y sin escrúpulos. A lo largo de ocho capítulos, atestiguamos los excesos de una tía que obliga a sus sobrinos a mamar la leche de una perra cuando piden de cenar, de una madre trastornada y pirómana cuyo baño está lleno de cucarachas muertas, de un amante que libra de la calle a un adolescente para convertirlo en su esclavo sexual, de un padre enfermo de celos a quien su hija miente para salir de casa. El relato revienta así la noción tradicional de familia: desfilan por estas páginas hermanos que no lo son, relaciones incestuosas, tías pervertidas, jóvenes cuyo mejor intento de amistad es hacer un trío con una bailarina adicta. Las relaciones de pareja aparecen como un juego de sometimiento donde lo más placentero es zafarse del control del amante.
Falsa liebre está construida sobre varias líneas narrativas que se entrecruzan y nos permiten conocer la historia en su mayor parte, nunca completa. Como ocurre en la vida real, quedan cabos sueltos y hay hechos que tienen varias interpretaciones. Eso refuerza en los lectores la impresión de vida.
A diferencia de la picaresca ancestral y de muchas obras del realismo sucio, esta picaresca del golfo nos llega narrada en tercera persona. No es que la autora busque tomar distancia de sus personajes, sino lo contrario. Como señala James Wood, tan pronto uno comienza a narrar cualquier historia, la prosa tiende a curvarse alrededor del protagonista: la voz del narrador se amalgama con la forma de hablar y de pensar del personaje al que seguimos. Pero resultaría muy pobre un relato armado con las voces de protagonistas que están intoxicados casi todo el tiempo. Utilizar narradores en tercera persona habilita a Fernanda Melchor para entrar y salir de la conciencia de sus personajes. La mejor parte de la novela es, a mi gusto, la que consigna las reflexiones de Vinicio acerca del quehacer artístico, pues en esos pensamientos están cifradas las búsquedas de esta novela. Del mismo modo que la autora afina su relato, el muchacho perfecciona los bocetos de sus decrépitos amigos y emborrona zanates que se disputan el alimento sin saber que sus peleas funcionan como detonador de una obra artística. Al retratarlos, escritora y dibujante intentan atrapar lo que en la página 92 Vinicio identifica como "la esquiva chispa de la vida".
Comentarios: @vicente_alfonso