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El Síndrome de Esquilo

DESASOSIEGOS DE YOLANDA NATERA

El Síndrome de Esquilo

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VICENTE ALFONSO

Para seguir analizando la obra y la trayectoria de autoras destacadas en nuestro estado, es preciso mencionar uno de los nombres que sobresalen en nuestra literatura: Yolanda Natera. Nacida en Torreón, Coahuila, es autora del libro de cuentos Corazón sin dueño (1993) Desasosiegos (1999) y de las novelas Otro Amanecer (1998) y Más allá del desierto (2009). Recibió en 1994 el Premio de Cuento "Magdalena Mondragón" otorgado por la Universidad Autónoma de Coahuila y en 1996 el Premio Estatal de Cuento "Julio Torri".

Hace ya muchos años que leo con emoción cada libro que Yolanda publica. Su novela más reciente, Más allá del desierto, es un relato muy bien construido que por momentos recuerda las autoficciones de Paul Auster. Llamamos autoficción a una narración que se ubica entre la autobiografía y la ficción. En ésta el narrador, el protagonista y el autor se identifican como un mismo individuo.

Entre sus libros de cuento, mi favorito es Desasosiegos, volumen que revela una profunda capacidad para cosechar historias. Al pulso de los hechos se suman la precisión en la palabra y un nutrido arsenal de recursos narrativos: de este modo la escritora logra relatos fluidos, dotados de un realismo irrevocable. Publicado en 1999 por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Coahuila, es un libro lleno de símbolos.

He dicho antes que en la obra de Natera no existen cabos sueltos. Tampoco coincidencias. Así, la selección de una palabra profundamente comarcana para titular el volumen es ya una declaración de principios, un atisbo del espíritu que habita el libro. El tratamiento de los temas implica también un compromiso de la autora con su entorno: no cae en el recurso fácil del retrato, pero tampoco fuerza a sus personajes a desenvolverse únicamente en ambientes sórdidos. Esboza un contrapunto de situaciones en donde resuena el México de la injusticia junto a las voces internas de personajes solos; nos instala en la bonanza del festejo de un anciano aristocrático y páginas después nos arrastra a un operativo en una colonia proletaria.

"La pesadilla", el primero de los relatos, refleja esa dinámica de claroscuros que todos conocemos: "pero si en una época mi suerte fue una víbora que me mordió el chamorro, después puso ante mis ojos un camino para rescatarme...", sentencia impasible la protagonista que carga la herida de una violación imborrable.

Así, en los cuentos los personajes hablan con voz propia: las primeras tres narraciones están escritas en primera persona. La escritora, sin embargo, decide abordar otras historias desde la tercera persona, e incluso en una de las piezas se desplaza entre dos puntos de vista: al inicio de "Zapato de bailarina" asistimos al ritual de poderío de un político importante y después vemos cómo -desde la perspectiva opuesta- una decisión visceral aplasta una vecindad. Por cierto, el inicio de "Zapato de bailarina" pudiera ser la contraparte de "La pesadilla", aunque después la narración sigue de cerca a Maricruz, una bailarina exótica que es víctima de la justicia, una paradoja casi cotidiana en el México de hoy.

El trabajo de Yolanda Natera destaca además por su capacidad para retratar atmósferas con un pincelazo: la novedad en el uso de los adjetivos da como resultado relatos con intensa carga poética que no pierden la fluidez que requieren los sucesos. "Las manecillas del reloj fueron girando entre canciones adoloridas y humo", sentencia la voz narrativa en "Ronda Nocturna", y no hace falta decir más para situar al lector en un ambiente de madrugadas nostálgicas y acordes de algún pianista alcoholizado.

Sucede lo mismo al perfilar a los personajes: "Su cara seguía siendo la de una cantante de desgarros sentimentales: labios reventones y encendidos, mirada entre seductora y melancólica". Ese mismo texto evoca de inmediato los acordes de "Noche de ronda", y lanza la afirmación aplastante de un presagio/canción que anuncia el final del cuento: que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan pena... Finalmente, la autora incluye en Desasosiegos el abismo artificial que separa a los latinos y los norteamericanos: el racismo. "Dólares caros" retrata el autoexilio que impone la pobreza a cientos de miles de paisanos.

Twitter: @vicente_alfonso

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