El Síndrome de Esquilo
"Otorgarle a la mujer el lugar que merece implica un cambio profundo, global. Leer los libros escritos por mujeres es un buen inicio", responde Nadia Contreras cuando le pregunto si considera que existe una literatura femenina. Su respuesta es clara: más que pensar en una literatura con éste o aquel calificativo, prefiere hablar de una lucha real por parte de las mujeres.
Momentos antes ha enlistado una nómina que, desde muy diversas trincheras, ha trabajado para propiciar ese cambio: "Pienso en Sor Juana, Mary Wollstonecraft, Simone de Beauvoir, Flora Tristán, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Virginia Woolf, Rosario Castellanos, Elena Garro, Elvia Carrillo Puerto, Hermila Galindo, entre otras muchas…".
Nacida en Quesería, Colima, en 1976, Nadia Contreras lleva una década radicando en La Laguna. Es licenciada en Letras y Periodismo y maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Educación. Se trata de una escritora prolífica, dedicada, que pertenece a esa estirpe de autores que hacen parecer sencilla la endiablada labor de armar un libro. "No creo en los textos que se escriben para permanecer guardados en los cajones o en el disco de duro de las computadoras", dice. Muestra de ello es que a la fecha ha publicado nueve poemarios, entre ellos Retratos de Mujeres (1999), Lo que queda de mí (2001), Poemas con sol en tres tiempos (2006), Cuando el cielo se derrumbe (2007) y Caleidoscopio (2013). Si bien la poesía es su pasión dominante, no es la única, pues ha incursionado con muy buenos resultados en la narrativa y el ensayo. Además de contar en su currículum con dos colecciones de cuentos, está preparando una novela y publica con frecuencia reseñas en blogs y revistas especializados (sus actividades pueden seguirse de cerca en la página electrónica www.nadiacontreras.com). Por su destacada trayectoria literaria, el Estado de Colima le otorgó en marzo pasado la presea "Griselda Álvarez Ponce de León", el máximo galardón que el estado puede entregar a una mujer.
Así pues, mi pregunta sobre la literatura femenina no es casual. Hace algunas semanas inicié una serie de comentarios sobre literatura hecha por laguneras, pues no es secreto que muchas entre las mejores páginas escritas a orillas del Nazas son producto de ellas. Me pregunto qué pasaría si en esta tierra, donde se abona tan poco a las vocaciones artísticas, se apostara más a la literatura como disciplina de vida.
En la obra de Nadia Contreras se distinguen dos vertientes: mientras unos textos están cargados de indignación, otros acusan una fuerte carga erótica. Para mí, ambas líneas revelan un deseo de transgresión que me recuerda las luchas literarias de nuestra poeta mayor, Enriqueta Ochoa. Me es inevitable recordar lo ocurrido en Torreón en 1950, cuando una joven de 19 años publicó un titulado Las Urgencias de un Dios: éste fue condenado por la Iglesia y no faltaron quienes exigieron que la edición completa se quemara públicamente.
Le pregunto a Nadia si cree que algo haya cambiado desde entonces: "cuando comencé a hacer públicos esos textos eróticos tuve miedo. Una cosa era leerlos, otra, verlos impresos en periódicos y revistas. En Colima las noticias corren muy rápido y, en algún momento, mis papás leyeron aquello. Pudieron cortar de tajo los incipientes deseos, pero no lo hicieron. No obstante, me quedó claro que rompía las cadenas de la moral social y familiar. Cuando comencé hablar de mi país y de lo que sabemos de él, sí hubo una preocupación de su parte. Mis padres son así y soy, aunque no lo quiera, universo de hija única. El mundo no está hecho de amor, sino de desesperanza, tristeza. Así lo concebía Enriqueta. Somos espíritus quebrados, contradictorios. Ha cambiado el mundo, no para bien, y aunque no se quemen libros, se quema la esperanza de niños y jóvenes. La culpa no es sólo de los gobiernos; llevamos también las riendas del mundo y las decisiones basadas en ley del talión están lejos de reedificar. En definitiva, queda mucho por hacer".
Twitter: @vicente_alfonso
